El proximo lunes 23 Sergio Massa habrá perdido la centralidad que tuvo los últimos 30 dias cuando los que disputaban el balotaje hacían esfuerzos por ganar la voluntad de sus electores. Volverá a ser el líder de una fuerza en formación pero un líder mas entre tantos y deberá rebuscarsela para ser invitado en cualquier programa de TV, deberá afinar el lápiz para re-encausar su rol de contrapeso y antigualla a los excesos que tal parece le han dado las urnas y adosarle a eso la imagen de tipo que va a ir por mas.
Deberá a cada momento, de aqui a 2017, contar las costillas propias y ser el alquimista que sume convencidos y mas barro que mierda a la construcción renovadora, como enseñó bien la última campaña que finalmente se hizo con pocos después de haber engordado por efecto de los tóxicos.
El que gane (Scioli o como parece indicar la desinflada anímica del FPV Macri), será el adversario en el tiempo, quedará un año, por lo menos, cubierto por una patina de piedad y en ese trance paralizante no se puede hacer mas que mirar, hacerse el boludo o acompañar sus aciertos y criticar tibiamente lo que consideremos no encuadra en nuestra linea de pensamiento.
Ya hicimos (en el FR/UNA) nuestra catarsis en agosto que para mas se convirtió en satisfacción en octubre porque finalmente eludimos la succión de la polarización, asi que reposados no vamos a caer en experiencia traumática de sacarnos trapitos al sol.
El macrismo festeja ante tempus, pericolosamente para sus posibilidades.
En el scioli-kirchnerismo todo es pálida.El filoso filosofo oficialista Feinmann en un clara actitud defensiva lanza dardos envenenados hacia el que fuera en 2007 el anclaje soñado por el kirchnerismo que intentó construir un tercer movimiento histórico, los sectores medios. La mayoría estaría, seguún Feinmann, harta de la "inteligencia" de CFK , la mayoría puede estar harta no de a inteligencia de sus politicos (elemento escaso por cierto) sino de la confrontación, el reemplazo de la política por operaciones combinadas de medios e inteligencia (Fino y Stiuso/Milani no fueron casos aislados sino matrices de comportamiento), las mentiras, la violencia, la soberbia y la indolencia y los dos términos que llegaron a la final son hijos de la misma época, es de esperar que desaparezcan de escena.
Algunos como Zannini anticipan que ademas de la sociedad en el peronismo (que dudo profese el candidato a vice del fPV) hay "traidores", gentes mediocres que no aceptaron la superioridad de la minoría iluminada, lucida e intensa que habría gobernando tras la mascarada del pejota... en fin, tiene razón: no lo aceptamos nunca porque somos del palo de la política.
Volvió la política dijimos hace mas de un lustro, y por un momento fue asi, después la política se ausentó.
Hace unos años en el Frente Renovador empezamos a pensar que quizá la mejor manera de hacer que la política vuelva de verdad y se quede definitivamente es mirarla como un gran escenario y ser nosotros mismos los paisajistas que lo modelen.
Para Jacques Rancière en la política se desarrolla un conflicto originario entre lo acuático y lo terrestre, entre la inestabilidad que asociamos a los ríos y mares y la permanencia propia de la solidez de la tierra "firme".
"La totalidad de la empresa política platónica puede ser pensada como una polémica antimarítima... la política empírica -entiéndase, el hecho democrático– se identifica al reino marítimo de esos deseos de posesión que recorren los mares, exponiéndolos simultáneamente al vaivén de las olas y la brutalidad de los marinos"."Para salvar la política hay que arrastrarla sobre tierras de pastores". "Frente a la inestabilidad democrática, vaivén continuo de difícil estabilidad, una fundamentación que realmente sea tal tendrá que cambiar de ubicación, paisaje y escenario. Pero también deberá anular ese paisaje abandonado, enterrar el mar, secarlo y, por último, ofertar un fundamento estable.
Esas tres tareas de las que habla Ranciere confluyen en una única: dilucidar el arjé de la política. entendiendo por arjé tanto el comienzo o la causa inicial, como el principio rector del orden y ese gran intuitivo que es Sergio Massa tiene por misión descifrar el arjé del nuevo orden político y cabalgarlo, llevándolo a los objetivos que la sociedad está exigiendo a una dirigencia (de todos los ordenes pero especialmente la política) que se muestra remisa a cambiar o pregona un cambio con olor a continuidad de formas que las mayorías rechazan y falta de ambición colectiva.
Massa es el motor del cambio, de otro cambio, uno que asegure goberbilidad sin ajustes mas allá de los que reclama devolver el orden perdido, asegurar que en aquellas políticas publicas que afectan a los humildes sean revisadas para corregir yerros e injusticias pero no para ser suprimidas o amputadas. El tigrense debe enterrar el mar de la mediocridad, el oportunismo, el inmediatismo, la corrupción que se esconde en la amplitud democrática, secarlo y, por último, ofertar un fundamento estable al nuevo orden. Esa es su misión.
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