jueves, 24 de septiembre de 2015

Entre un Scioli "Presidente Provisional" y un Macri desangelado

Gabriela Michetti, es la esposa política de Macri, esa es la idea que nos hemos formado de la pareja porteña. Por momentos se separan pero siempre el la va a buscar, es la compañera de vida. En el fondo nos alegra y tranquiliza esa continuidad en el tiempo de de al menos uno de los matrimonios del jefe de gobierno metropolitano.

Hay que entender que cuando las chicas estabilizan las imágenes de sus chicos eso nos genera confianza en sus personas.

Gabriela humaniza a un eterno niño rico, ex playboy y fracasado empresario (no es Scioli pero podría ser) cuyo apellido se asocia fácilmente a lo inescrupuloso. Sin ella es el tipo que haría lo que sea solo por llevarse unos fajos mas al bolso personal. No hay otra persona que logre ese efecto cosmético sobre el CEO del PRO. Solo Gabriela y no la desconocida Awada.

Rabolini hace lo propio con Scioli, le confiere a un eterno niño rico, ex playboy y fracasado empresario (no es Macri pero podría ser) ese halo de seguridad de saberlo liado a una mina que lo ancla y le impide seguir con esa pose bala perdida impropia de un jefe de estado.

Volvamos a Macri, objeto de este posteo. Lo peor que le podía pasar al campeón de la nueva política es que le descubran escandalosos manejos de dinero con el fin de garpar los globitos amarillos de campaña. De pronto el espejo le devuelve esa imagen de ausencia de escrúpulos para el manejo de la cosa publica y sus caudales. La magia parece disiparse y ya ni Gaby puede (ni quiere por los altos costos a su imagen) dar vuelta esa sensación.

Dije "de pronto reaparace esa imagen de falta de escrúpulos" pero podría estar equivocandome. 

Un paciente Massa decía en el interior de los cuartos de mando renovador que había que tene r paciencia, existía un tácito acuerdo entre los ex playboy's y fracasados empresarios que era no salirse del libreto de la no confrontación entre ellos pero que en algún momento esa situación idílica debía caerse por propio peso. Pudieron estar sin guerra de vedettes gracias al dinero que le aseguraba marketing y operaciones de prensa y los aparatos que le daban figuras para hacer el resto de los trabajos sucios.

El escenario empezó a caerse en junio cuando a Macri no le daban las cuentas y debió dejar su posicionamiento de centro derecha en el que se encontraba cómodo. El mezclarse con Carrió y  con los radicales alfonsinistas (pobre don Raúl) no lo hizo esconder las expresiones que sintonizaban con el electorado Dra Pignata, pero las encuestas de junio si.

Estamos en finales de junio y el aporte de votos del aparato radical que le tercerizó los servicios electorales (al igual que el pejota lo hace con el empresario Scioli) nunca fue significativo y no alcanza para asegurarle entrar al balotaje. Debe ir por los que no concurren a votar salvo que estén muy incentivados a hacerlo, por los que votarán a Massa y también por los que votarán a Scioli. 

El electorado Scioli y Macri en algún punto se parece mucho, para comerle votos a Scioli y también a Massa debe perforar la franja de planes sociales y competir, también, por los que sienten bronca porque entre la inflación, las devaluaciones y ganancias deben arreglárselas para vivir con un sueldo mas nominal que real.

Es julio y el macrismo abandonó la idea refundacional. El PRO asimilaba una ideología triunfante con riesgos hacia su base y por la posible no captación de aquello que quería conquistar. Compraba buena parte del modelo kirchnerista y encaraba asi la puja por estos electorados que ya lo habían descartado para las PASO. Del centro derecha, pongamosle, viró al centro.

Es 31 de julio y Mario Riorda se preguntaba
El mensaje define la estrategia y, simultáneamente, la estrategia es el mensaje. Y ello exige coherencia, porque allí se construye la imagen percibida, que no es un mero dispositivo visual, sino la acumulación sostenida de discursos a lo largo del tiempo. Por eso el discurso de Mauricio Macri sorprendió. Y sus efectos son un interrogante./ -La decisión de Macri tiene riesgos y asume alguna debilidad y una necesidad. No le iba mal en su posicionamiento, aunque quizás hubiera llegado a un techo. El dilema es si la opción centrista le quitará votos a Sergio Massa o esta tentación neocentrista lo hará resurgir, pues las diferencias no son tan notorias entre estos opositores. El tiempo tendrá la palabra...
La respuesta mía de aquellos días era que Macri no iba a poder traccionar votos del FR a sus redes, esos electorados recelan mucho del "gorilismo" implícito en algunas propuestas y en los años de instalación de una imagen poco cercana a sus intereses y cosmovisión.

Además la pregunta duraría hasta el cantaclaro del 9 de agosto (las PASO), ellas reflejaron lo que muchos sabíamos, Massa no iba a poder ser desplazado del escenario y lo que quedó fue un escenario con tres actores y un electorado que recién calentaba motores. Todo estaba por decirse y así está hoy, con un Scioli que necesita ganar el 25 de octubre con 45% para definir las elecciones o al menos llegar a los 40 puntos (de los que se ha alejado mas que acercarse) y que los otros dos no lleguen a los treinta.

Y ahí empezó la andanada de mierda hacia Macri, la materia maloliente se percibe a kilómetros y salpica a los que han hecho de la pretensión de pureza su principal capital político. Niembro, Tagliaferro y tantos otros llenaron de lunares la inmaculada patina que recubría al PRO y que tanto dinero costó al erario publico mantener.


"La verdad no ofende pero duele" lo comprobó el circulo del sorprendido Macri y el kirchnerismo supo donde pegar. 

Algún pícaro le robó la "O" al PRO  y agregó tantas "R" como pudo, ahora serán "PRRRRRRRRRRRR". Ese picaro no es otro que el sciolismo que ahora si muestra sus garras.

Scioli, el candidato del kirchnerismo se topó esta semana otra vez con las piedras que mas fortalecen esa imagen de marioneta del ultrakirchnerismo. En boca de Estela de Carlotto que aseguró que de llegar será  "presidente provisional", y luego su negativa a debatir con Massa.

Es Scioli el que mas daño le hace a su candidatura cuando persevera en el error de creer la mentira de la providencialidad de su candidatura. No está signado por los dioses para ser, tampoco tiene a la vista señales de haber sido ungido en el oleo sagrado de Samuel. Tiene que preocuparse mas por mostrarse independiente de CFK o será arrasado por un massita que no perdona.

Massa se carga a Macri en octubre y en noviembre esperará sentado a un Scioli que para esa altura estará con hipertensión permanente.

Cuidenlo a Daniel, no sea cosa que se nos vaya ante tempus

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