martes, 19 de agosto de 2008

George lakoff II (y no jodemos más)



Como quizás del resumen que incluí en el post anterior no alcanza a divisarse como semejantes sugerencias conservadoras pueden aplicarse a nuestra realidad, en esta ocasión, y con la artera intención de ahondar la confusión, incluyo un reportaje del diario ABC de España del año 2007 -en plena campaña: Zapatero vs Rajoy- en el que los españoles se preguntan como corno es posible que Zapatero aplique en su campaña el librito de este tipo.

Claro... se trata siempre de adaptarlo y en nuestro caso "peronizarlo", pero el "tío" nos da algunas pautas que me parecen piolas:

1.- No estar cabreados, si me ganan una cerveza al truco la pago y listo, pero si si me caliento (y los voceros de mi bronca son Hebe y D elia) la gastada es peor y dura semanas. Asi que sonrisa de yeso. Mejor un papelonero ataque de risa que un ataque de ira.

2.- Cuidado con ir a las apuradas buscando desviar el tiro, retornar al centro del ring y producir fracturas en la vereda de enfrente, no ataquemos a la "familia" (aborto, marihuana, etc).
3.- Envolvamonos en "Patria".
4.- Si realmente vamos a pelear con "el" multimedio, no expongamos que es por incumplimiento de fidelidad conyugal.
Con respecto a esto último, un amigo me pasa la siguiente sugerencia de como debemos entender el rol de la prensa en una sociedad libre y porque debemos evitar mostrar o hacer sentir nuestro molestia hacia alguno de ellos
El periodista
1. Nunca hay que ver al periodista como un enemigo.
2. Su trabajo consiste en recabar información, aunque nos moleste tenemos que hacer que nos vean ofreciendolas.
3. Se debe a su audiencia, no a nosotros o a ideas por más buenas que sean.
4.
Habla de todo, a veces sin saber, pero saben contar las cosas.
5. Busca la novedad, lo no dicho, lo polémico. Asi que crear las fuentes de esa primicia y los marcos con los que la narraran es nuestra responsabilidad.
6. Es el dueño del micrófono; mañana seguirá ahí. (no tratemos de que los multimedios echen al periodista hincha pelota ni nos enfrentemos a el; pero un mano a mano con Jacobson, o peiodistas del interior, podria ser muy bueno como ejercicio semanal)
7. El público lo adora. Tener en cuenta esto es no tener vocación suicida.


O M I X



Entre los progresistas y los conservadores

Interesante entrevista a George Lakoff, autor del best seller “No pienses en un elefante", que nos permite ahondar en el pensamiento americano, nos explica las metáforas y las cada vez más continuas estrategias de triangulación (Morris). Y da señala que el progresismo debe quitarse de encima viejas agendas.

"ABC" publicó el 15 octubre 2007 "

Un libro de este profesor de lingüística de la Universidad de Berkeley (California) se ha convertido en la lectura preferida de las altas esferas socialistas españolas. George Lakoff (1941) es el autor de «No pienses en un elefante» (Editorial Complutense). Allí dice que si quieres discutir con tu adversario político, no utilices su lenguaje.
Los republicanos norteamericanos, por ejemplo, han invertido mucho tiempo y dinero en fabricar un marco (frame) con frases del tipo «alivio fiscal» o «guerra al terrorismo». Cualquiera que se oponga a ese marco lingüístico está cayendo en una trampa porque significa que quiere subir los impuestos o apoyar el terrorismo. Desgraciadamente, dice George Lakoff en esta entrevista telefónica, los demócratas siguen sin hacerle caso y por eso los republicanos se han apropiado de ideas como «nación», «familia» y «patria». Y ganan las elecciones.

P—¿Sabía que su libro se ha convertido en un «best seller» en España?
GL—No. Y me parece estupendo. Sé que se está vendiendo bien en Italia, y de hecho me han invitado para darme un premio allí y participar en seminarios.
P—Los socialistas españoles lo tienen como «lectura recomendada». ¿Ha tenido algún contacto con ellos?
GL—No. Pero es estupendo que me lean.
P—Si se lo pidieran, ¿les daría sus consejos?
GL—Sí. Sería interesante.
P—¿Se está convirtiendo este libro en la Biblia de los progresistas del mundo entero?
GL—No, pero sería interesante. Para comprobarlo tendríamos que saber antes cómo son los conservadores en el mundo entero.
P—¿Hay un progresista universal?
GL—Los progresistas son gente que basa su moralidad en la empatía, en ser responsable de sí mismo y de otros; y en pensar que los gobiernos deberían cuidar al pueblo, protegerlo y delegarle el poder. La protección no solo es una cuestión de la policía, del ejército o de cuidar el medio ambiente, y ofrecer social seguridad y salud pública, sino que es construir carreteras, apoyar internet, al sistema bancario, al sistema educativo. Las empresas no podrían funcionar sin eso. Esta es una grandes virtudes del sistema americano.
P—¿Es el momento de gritar: «Progresistas de todo el mundo, ¡uníos!»?
GL—No lo creo. Porque no es cuestión de ir contra el capitalismo. Es cuestión de combatir por la democracia y buscar la vía progresista del capitalismo. El mercado libre debe ser más justo, más constructivo. Las reglas del mercado y las regulaciones están hechas para favorecer a las compañías solamente. Las compañías tienen «lobbies» y legisladores, y eso no tiene por qué ser así. No es este capitalismo lo que queremos. Y, desde luego, el socialismo no es la respuesta, sino hacer que el Gobierno asuma su responsabilidad y ponga en marcha lo más justo.
P—¿Cree que los principios conservadores, como la familia y la religión, se refuerzan cuando hay euforia económica; y los principios progresistas, como salud, educación, solidaridad, suben cuando la economía va mal?
GL—No. En absoluto. Es lo contrario. Cuando gobernaba Bill Clinton, la economía iba muy bien, la gente era muy progresista.
P—En muchos países, los conservadores reivindican valores como la bandera, el himno nacional, los héroes, la patria y la lengua nacional. ¿Por qué a los progresistas no les gusta reivindicar esos valores?
GL—Porque son estúpidos. No quieren entenderlo. El patriotismo en una democracia es un valor progresista. En la democracia americana original, el patriotismo era un valor progresista. Protegían los derechos civiles, la libertad. Era básicamente un movimiento progresista. Los progresistas necesitan asumir el patriotismo. Esa es la democracia que deseamos. Un patriotismo constructivo. Pero no lo hacen. Por eso la gente piensa que son valores conservadores.
P—¿Hay una tendencia de los progresistas, ahora, de reivindicar valores conservadores, como la familia?
GL—Cuidado: nación y familia no son valores conservadores, sino progresistas. Cualquier familia, de cualquier tipo, está basada en la empatía, en un sistema ético, en la responsabilidad. Si usted no es un «padre estricto», sino un «padre protector» [son dos conceptos de Lakoff: el «strict father», republicano, y el «nurturing father», demócrata], entonces es un padre o madre responsable, uno que cuida sus hijos, que es responsable de ellos, los respeta y les enseña a respetar a gente. Eso es lo contrario del «padre estricto» conservador. El «padre protector», en cambio, pide a sus hijos que sean responsables, y su autoridad está basada en el respeto. Eso es progresista, es fiable. Una autoridad honesta, abierta, simpática, que se preocupa del pueblo.
P—¿Por qué los conservadores reivindican más los valores familiares que los progresistas?
GL—Porque son muy listos. En Estados Unidos no lo hacían hasta los años setenta. Entonces los círculos más cristianos comenzaron a hacerlo.
P—Usted dice en su libro que los republicanos invirtieron millones de dólares en crear fundaciones y editar libros.
GL—Miles de millones.
P—¿Es la religión un valor conservador?
GL—No, nada de nada. En primer lugar, hay muchas formas de religión. En Estados Unidos las iglesias progresistas son las más populares, y no tienen nada que ver con el fundamentalismo religioso. Tienen que ver con la relación entre el individuo y Dios. ¿Está basado en un Dios que te recompensa si sigues sus mandamientos, o en un Dios que te dice que te preocupes de los demás, que no dejes que la gente sufra? Y por eso la religión es un valor progresista. Hay una larga tradición religiosa en Estados Unidos en la que se basan los derechos civiles, el himno nacional, y que lo deben a las iglesias progresistas.
P—¿Ha tenido éxito en su iniciativa de cambiar el término «matrimonio gay» por «libertad para casarse»?
GL—No. El problema es que necesitamos más gente que se lo crea. En las elecciones, muchos candidatos progresistas tuvieron éxito en distritos republicanos. Y se debe a que en el último capítulo de mi libro doy recomendaciones para responder a los conservadores. Y cómo se puede activar en la mente algunos conceptos y desactivar otros. Lo que deben hacer [los demócratas americanos] es activar su propio punto de vista en la mente del pueblo y desactivar el otro. Porque todo se mira siempre desde un punto de vista, desde una perspectiva. Y eso tuvo un gran efecto porque se puede cambiar la mente de la gente, y la forma de pensar en determinados temas.
P—¿Cree entonces que los periodistas nos dejamos llevar por el lenguaje de los políticos y aceptamos sus marcos mentales?
GL—Cuando los periodistas están bien formados, entonces están entrenados para asumir que el lenguaje es neutral. No entienden de marcos ideológicos (frames). Y cuando escuchan el lenguaje político, no se sienten manipulados porque no entran en ese juego. Por eso necesitamos formar a los periodistas.
P—¿Recomendaría a los progresistas crear «think tanks» (clubes de pensamiento) y editar libros para explicar su marco ideológico?
GL—Creo que es importante que creen «think tanks». En Estados Unidos tenemos el Rockridge Institute, que es el único progresista. Los progresistas creen que los «think tanks» son instrumentos de poder, y como piensan que el poder debe ser neutral, también piensan que el «framing» denota cierta manipulación. Y lo que no entienden es que el poder político está basado en el pensamiento. Por eso en Estados Unidos es tan difícil explicar esto a los progresistas, pero los conservadores lo entienden muy bien.
P—Según usted, ¿cuál es la peor mentira en la que creen los americanos?
GL—La guerra al terrorismo. Es una doble metáfora.
P—¿Lo dice porque si alguien se opone significa que es terrorista?
GL—Sí. Una especie de cáncer.
P—¿Qué piensa de los hispanos? Son la minoría mayor de USA. ¿Van a cambiar los marcos mentales de liberales y conservadores debido a que sus ideas sobre la familia y la religión son aparentemente conservadoras, pero también creen en la salud pública, que es un valor aparentemente progresista?
GL—Los hispanos son cada vez más liberales (progresistas, en términos políticos norteamericanos). Mire, hay un estudio de la Universidad de South California que descubrió el nuevo concepto de macho. Resulta que hay una forma de machismo que se considera sexy porque el hombre respeta a su esposa, porque es padre protector, es responsable y se preocupa del prójimo.
P—Frank Luntz, que es su equivalente en el partido republicano, es un maestro de las metáforas y…
GL—No, Luntz no es mi equivalente.
P—Luntz desarrolló la metáfora «Contrato por América», que tuvo tanto éxito. ¿Cuáles son las metáforas de liberales y conservadores que se van a enfrentar en las próximas elecciones?
GL—Para los republicanos, «guerra victoriosa, nunca rendición».
P—¿Y en el caso de los demócratas?
GL—No lo sabemos todavía.
P—Luntz también dice que hace años los demócratas sonreían y los republicanos estaban cabreados. Ahora dice que eso ha cambiado, y que los republicanos sonríen y los demócratas están cabreados,
¿Por qué es tan importante en política no estar cabreado?
GL—Aaah. Mi opinión es que si estás cabreado no tienes éxito y no eres fuerte, eres débil. La ira es una emoción negativa.
P—Usted habla de metáforas y de emociones. ¿Dónde queda el racionalismo a la hora de votar?
GL—La racionalidad en parte es emocional. No puedes ser racional sin ser emocional. Los estudios científicos afirman que hay personas que biológicamente saben conectar con los demás y entenderles gracias a la empatía. Y entonces es crucial ser racional. Porque usted necesita saber si están de acuerdo con usted, si le comprenden, si le creen, si gusta. La gente que sepa dominar esas emociones es racional.
P—¿Quién ha sido el mejor comunicador de EE.UU. en 50 años?
GL—Martin Luther King, Robert y John Kennedy, Bill Clinton y, hoy, Barack Obama.
P—¿Hugo Chávez es un gran comunicador para los latinoamericanos?
GL—No lo sé. Mi español es deficiente.
P—¿Y Sarkozy, presidente de Francia?
GL—Lo mismo. No le puedo decir. Sigo las noticias. Pero no es lo mismo leer noticias en mi idioma que en su idioma, porque no sé los detalles para entenderlo mejor. Soy un «outsider», lo que significa estar fuera de la cultura de ese país.

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