Y vinieron los tártaros

En 1985 Alfonsin gana superando sus propios registros de 1983. Se carga la campaña al hombro y también al peronismo por segunda vez consecutiva.

Hay éxtasis, euforia, en las filas radicales.

"Mil años de democracia!" repetían de viva voz mil veces al día. Exclamación que sin esfuerzo se traducía en los cerebros de todos como "mil años de Alfonsin y alfonsinismo".

No se animaban los radicales, tan respetuosos en aquellos momentos como ahora de las instituciones, a exteriorizar el sueño de un "Alfonsin eterno", pero ya lo erigían como el "campeón de la democracia" un nuevo padre de una nueva patria.

Y llegó 1987, Alfonsin se carga otra vez la campaña al hombro, precedido por dos victorias concluyentes y... el globito se pinchó, no habían advertido los radicales que en su obsesión por auto elogiarse y por exagerar los logros de su humilde empresa estaban subestimando a aquellos a los que hacía tan poco tiempo habían batido en el voluble campo electoral.

Algo se les había escapado de los cálculos y llegaron los tártaros. No fue que no se les haya dado aviso, no quisieron dar crédito de tan confiados que estaban.

Un cuarto  de siglo después el kirchnerismo repite la misma historia.

Se aferran hasta de la tablita que -perverso como pocos- les ofrece Jorge Asis, al que detestan, cuando este cierra sus notas diciendo que

"Se dispone (CFK), con la síntesis (discurso, manejo del estado y mangos), a llevarnos -a todos los impugnadores- puestos."

No es que Asís se haya convertido a la religión K, sino que les tira anzuelo y deliciosa carnada para que profundicen lo único que están en condiciones de profundizar que es su persistencia en el error.

Lo hace arteramente el cotur, sabe que de seguir así (creyéndose los dueños absolutos de los próximos mil años)  habrán quemado las naves para posibles acuerdos entre peronistas. Cuando despierten ya no tendrán interlocutores dispuestos a sentarse a negociar condición alguna y la película tendrá un final muy parecido al que por las noches humedece la entrepierna del antikirchnerismo.

"Desde hacía dos horas recorría las calles de la ciudad para volver invariablemente al campo de la feria. Al circular entre los grupos, observaba que la verdadera inquietud se mostraba en todos los mercaderes procedentes de los países vecinos de Asia, de lo que se resentían visiblemente las transacciones comerciales. Se comprendía bien que los bateleros, saltimbanquis y equilibristas armasen mucho ruido delante de sus casetas para atraer espectadores, porque estos pobres diablos no tenían nada que arriesgar en empresas comerciales; pero los negociantes vacilaban antes de comprometerse con los traficantes de Asia central, cuyo país estaba alterado por la invasión tártara." 

"Miguel Strogoff, el correo del Zar" de J. Verne.