Leemos al cumpa Marcelo Falak hablando en clave peronista, un tanto nostálgico pero muy util para recordar el trazo grueso del rumbo que hemos tomado a partir de 2002/2003 quienes formamos parte del movimiento nacional y popular de los argentinos.
Se ha dicho, y se constató por enésima vez el domingo, que el secreto del éxito inoxidable de Hugo Chávez va mucho más allá de su retórica, de su carisma y de las ventajas que le otorga el permitirse avanzar sobre las reglas de juego, estirando los límites de la democracia más allá de lo aceptable.
Aunque suene a herejía en estos tiempos en que la política se lee monotemáticamente en términos de «relato», lo central es lo que, más allá de sus tropiezos de gestión, ha dado materialmente a los sectores populares de su país: una mejora de sus condiciones de vida. Y si se quiere insistir en la obsesión por lo simbólico, la contrapartida, el efecto secundario de eso: identidad, reconocimiento, legitimación social....Cada país, cada sociedad, reclama, estructuralmente, un modo de hacer política. Si la Argentina de la extendida clase media (menguada por las sucesivas crisis, claro, pero resistente en su autopercepción y en sus valores culturales) hace que cualquier coalición ganadora no pueda prescindir de un componente de ella, algo análogo hay que decir de Venezuela. Allí no hay propuesta exitosa que no logre «morder» un componente popular significativo. Eso es lo que intentó Henrique Capriles, aunque sin la fortuna deseada.Éste, en efecto, dejó de hablarles a las reducidas clases media y alta, una suerte de soliloquio ensayado una y otra vez por dirigentes empeñados en fracasar. Salió a la calle, tocó a la gente, se dejó tocar, prometió mantener las políticas sociales. Evidentemente no los convenció de esto último y, así, no pudo resolver el nudo de la fractura actual de la sociedad venezolana, la cuadratura del círculo: ¿qué entienden por «democracia» unos y otros?Lo que para las clases superiores significa libertades civiles, derecho de propiedad, reglas de convivencia comúnmente aceptadas, un statu quo en definitiva, para las subalternas es, antes que nada, supervivencia biológica. Y, con esto, reconocimiento, pertenencia plena a una comunidad.Ésas son sus cartas de ciudadanía, y es Chávez quien se las dio. Cualquier parecido con el peronismo fundacional no es, por cierto, mera coincidencia.
Nosotros tuvimos un 17 de octubre, allá por 1945, otros pueblos no lo tuvieron y algunos de ellos no lo tendrán jamás porque simplemente no tienen porque tenerlo.
Nosotros hemos aprendido con el tiempo que hay que ratificar el rumbo cada tanto, y que a veces es neecsario cambiar algo (calibrar, alternarse, renovar, hacer sintonia fina) para que el orden peronista siga tal cual.
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