La Guerra del Chancho llega a su fin. Se la va a extrañar.
Se la va a recordar siempre porque resultó tan eficaz a la hora de hacer de bisoños cadetes unos generalotes que se parecen demasiado a esos dictadores caribeños tan bien pintados por la pluma traviesa del gabo.
Me decían los viejos que cuando uno quiere deshacerse de una plana mayor lo puede hacer promoviendo al último de la lista y el resto automáticamente se jubila con el grado inmediato superior. Y "tasa, tasa, cada uno pa' su casa".
Muchos falsos dirigentes (oficialistas y opositores) han sido encumbrados por esa maña, al solo efecto de que su conducción haga lo que se le canta sin recibir sugerencias, consejos, ni presiones de aquellos que comparten el trazo grueso del proyecto.
A la guerra del cerdo la hiere de muerte y sin querer el viejo vizcacha oriental, con un tiro de gracia de antología. Justicia poética.
Lástima tanta predica en favor de los jóvenes y lo joven, en contra de lo viejo y los viejos impactaba positivamente en tipos como Massa, Urtubey y tantos otros coroneles que ganaron sus grados en batalla y no ascendidos por necesidad de anestesiar a la plana mayor.
Al que le dolió fue al viejito Verbitsky.
"El mejor periodista -lejos- de la Argentina" (dicen sus admiradores, claro), viejazo mediante, supura hiel y pus en este articulo que sinceramente no recomiendo a menos que usted quiera cagarse el domingo: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-217457-2013-04-07.html
En el cuore siempre se tienen 20 años, jorgito.
1 comentario:
Publicar un comentario