jueves, 19 de febrero de 2009

La historia es el barrido y el fregado, estúpido!!

Lucas Carrasco, notable pensador entrerriano, exiliado en Santa Fé ha escrito lo que sigue para enriquecernos a nosotros por que lo que es a el no le salió (recién sale del PC, tiene poco tiempo de peronista).
En los manuales, si el sistema político se divide en tres tercios, con porcentajes variables pero cambiables (o sea, no una centro derecha y una centro izquierda, y un tercer partido que en un momento pueda ser de izquierda -el PI o el Frente Grande, ponele- y en otro momento de derecha- la UCEDE o el partido de Cavallo) siempre hay uno de esos tres partidos que, estando en el centro, se mueve alternativamente de uno a otro polo. Esos partidos centristas, en el esquema, podrían parecerse al radicalismo. Con su Alfonsín y su De La Rúa, con su (en otro momento) López Murphi y su Carrió. El problema es que también, fundamentalmente tras la muerte de Perón, en el peronismo pasa esto: con su Menem y su Kirchner. De modo que sucesivamente tras el retorno democrático los gobiernos intentaron (y lograron, aunque sólo para gobernar) estrategias transversales sustentadas en pilares ideológicos más que partidarios. El caso del tercer movimiento histórico con Alfonsín, el caso del menemismo aliado a la UCEDE (y a muchísimos radicales, cosa que se olvida. La caída de votos del radicalismo, no fue a parar durante el primer gobierno de Menem al Frente Grande, por el contrario, el Frente Grande, groso modo, fue votado por la izquierda peronista, y Menem compensó esa fuga de votos con los votos radicales); el caso de De La Rúa y Alvarez, el caso del gobierno del Senador Duhalde y el Senador Alfonsín en el 2002 y el caso de Cristina, Cobos y vos, ahora. Pero, si uno debiera arriesgar cuál partido funcionaría más como centrista (esto es, nada: virar de acuerdo al momento) el radicalismo calza mejor: es, era, el partido de las clases medias, unidos con una plasticola transparente de institucionalidad, democracia y otras zarazas que pregonaban como funcionarios de dictaduras. El peronismo, sustentado en el arraigo en los sectores populares, en todo caso podía girar al neoliberalismo en el mismo momento en que lo hacían los partidos de izquierda en el mundo (los demócratas yanquis, los laboristas ingleses, los socialistas franceses y españoles, etc). Pues, bien, de cualquier modo, todo eso estalló por los aires. Y está el tema del sistema político: sin un modo parlamentario de gobierno, con una desigual distribución de recursos y población en la geografía nacional, con las constantes pujas que se reeditan entre industrialistas y agroexportadores, el sistema partidario, hoy, ahora, en realidad, se sacude sus propias contradicciones. Y hay una única certeza implícita: atravesamos un período de transición. Pero...¿y si, en verdad, no hay ninguna transición, y mientras los tontos siguen gritando su particular Gran Verdad de la Ontología Maligna del Peronismo y lo que sucede, en el mero transcurrir, es algo así como lo que sucede en Brasil, la diseminación, las fronteras múltiples (territoriales, históricas, ideológicas, morales, corporativas, etc) y la atomización, esto es, la constante necesidad de un liderazgo sólido y decisionista? Si esto es lo que podría transcurrir, o si esto es lo que transcurre, ¿adónde van los espamos dellarruístas de quitarle erotismo a la política y desnudarla con Binner o Reuteman? He dicho. Aunque mejor, me voy a dormir la siesta.

El artículo original y sus comentarios los pueden ver haciendo click aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Polaco

Anónimo dijo...

Cri, cri... silencio sabatelista

Barrido y fregado son solo excusas para decir estúpido?