viernes, 2 de julio de 2010

Golfo Pérsico y portaaviones yanquees

Oficialmente ya estan en la zona del Golfo Pérsico los portaaviones Eisenhower y Truman.

Esta tarde voy a colgar uno de los posteos que creo es una de las 2 mejores piezas de la bloguería nac&pop de la última semana. Me refiero a uno de Lucas Carrasco sobre la Guerra y la Paz a escala planetaria, esta vez el huracán flamígero se desata(ría) sobre Irán.

Como creo que no hay que mandarlo crudo, (al post), me permito volver a publicar una nota de Marcelo Falak (periodista, licenciado en Ciencia Política (UBA), especializado en Relaciones Internacionales (FLACSO); porteño e hincha de Boca; 42 años) para darle una introducción al tema.
Ahi va, Falak lo tituló: "Irak: el petróleo, después de la guerra"
Si la invasión de Irak en 2003 no tuvo nada que ver con armas de destrucción masiva ni con la promoción altruista de la democracia, y fue, como ya nadie duda, una guerra por el petróleo, cabe preguntarse qué ha sido de esa riqueza. Sobre todo cuando, siete años después, el Estados Unidos de Barack Obama se prepara para reducir a 50.000 el número de sus soldados en agosto y, tal como había prometido el propio George W. Bush, para una evacuación completa para fin de 2011. Las grandes compañías internacionales, expulsadas tras la nacionalización de 1972, han vuelto con todo. Y con ellas, la posibilidad de que se consolide en los próximos años un escenario completamente diferente en el mercado petrolero mundial. Si todo marcha según lo previsto y la violencia no se descontrola tras la retirada de las fuerzas internacionales, el país, que hoy extrae 2,4 millones de barriles por día, producirá más de 12,5 millones en 2017, lo que le permitiría superar al líder, Arabia Saudita, y reemplazarlo como eje del mercado internacional. Además, ensombrecería el protagonismo que mantiene Irán pese a sanciones que, desde ya, nunca tocan al sector petrolero. Esto último es de inestimable valor para todos los países preocupados por las verdaderas intenciones de plan nuclear de los ayatolás. No por nada Riad y Teherán coinciden en pedir que Bagdad vuelva cuanto antes a la OPEP (de la que fue apartado en 1990 debido a la invasión a Kuwait) para encorsetar esos planes dentro del sistema de cuotas de la organización. Les resultará difícil dado lo mucho que está en juego. Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y titular del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, dijo a Ámbito Financiero que el objetivo no es en sí mismo sorprendente. «Se trata de una zona que concentra el 70% de las reservas del planeta. Pero que finalmente se logre no dependerá de su potencial sino de cuestiones geopolíticas», indicó. La producción actual de Irak es irrisoria de acuerdo con su potencial. Sus reservas de 115.000 millones de barriles no han sido reforzadas por nueva exploración desde los años 70. Así y todo, se encuentra cuarto en el ranking global, detrás de Arabia Saudita (266.000 millones de barriles), Canadá e Irán. El Ministerio de Petróleo ha firmado desde noviembre último, cuando los planes se aceleraron, once contratos con petroleras internacionales. Las grandes ganadoras han sido British Petroleum (que logra un enorme salvavidas en momentos en que teme las consecuencias del desastre ambiental en el Golfo de México), la anglo-holandesa Shell, la malasia Petronas, la china CNPC, las rusas Lokoil y Gazprom, la francesa Total. Bien surtido. De Estados Unidos, Exxon Mobil. ¿Tan bajo protagonismo de compañías estadounidenses para repartirse el negocio petrolero iraquí pone en duda la aserción de que la Segunda Guerra del Golfo apuntó justamente al apoderamiento de esa riqueza? Según Donald M. Snow, experto de la Universidad de Alabama y autor del libro «What after Iraq?», definitivamente no. Según él, Estados Unidos no está interesado en el petróleo del sur del país, zona de población abrumadoramente chiita e influida por Irán, sino en el del norte, en la región autónoma kurda. Con alrededor de la mitad del crudo iraquí en cada una de esas áreas, la posición norteamericana tiene la desventaja de que se concentra en la menos desarrollada en cuanto a infraestructura, pero cuenta a su favor con una menor conflictividad potencial y una mayor tolerancia política a su influjo, que es visto como un puente hacia la demorada independencia o, al menos, hacia una autonomía amplia de Bagdad. Además, el negocio petrolero tiene otros actores poderosos, los proveedores de servicios, y allí Estados Unidos saca ventajas ingentes. La gran ganadora en ese segmento es Halliburton (donde se desempeñaba Dick Cheney antes de ser vicepresidente de Bush), y ni las acusaciones de corrupción e incumplimiento de contratos que constan en investigaciones del propio Gobierno estadounidense la apartarán de las oportunidades que involucran inversiones por u$s 50.000 millones en los próximos años. Las petroleras se precipitaron en los últimos meses a ocupar espacios en Irak aun a costa de la falta de un esquema legal mínimo. Mientras una largamente demorada Ley de Hidrocarburos espera a que se resuelva la impasse que mantiene al país sin gobierno electo desde las parlamentarias de marzo (con una puja entre dos alianzas, una sunita liderada por el ex primer ministro Iyad Allawi, y una chiita, que responde al actual premier Nuri al Maliki), los kurdos han avanzado en la firma de concesiones que no son reconocidas por el Gobierno central. Los kurdos retribuyen a los inversores con un porcentaje de la producción, mientras que los sellados por el Gobierno de Bagdad en el sur chiita del país entregan a las empresas una tarifa por servicio. Ésta rendirá, por caso, u$s 2.000 millones anuales a BP, u$s 1.600 millones a Exxon Mobil y u$s 913 millones a Shell. Ajenos a la idea de que un boom petrolero pondrá, por fin, al país en el camino del desarrollo, los sectores nacionalistas y, en general, todos los que se oponen a la invasión de 2003 y al orden que generó, ven con indignación este estado de cosas. Dicen que el país corre serio riesgo de escisión, que ha sido colonizado por las multinacionales petroleras, y que la renta del sector se concentrará en reconstruir su propia infraestructura y que dejará de lado los hospitales y escuelas. «La invasión tuvo, según mi criterio y el de otras personas, un objetivo petrolero, relacionado con poner orden en una región muy rica pero convulsionada. Alguien tuvo ese sueño neocolonial. En qué medida se logrará es una historia que aún está por escribirse», analizó Lapeña. Mientras, el negocio sigue girando y se sirven generosamente de él algunos de quienes lo inauguraron. Es el caso de Tony Blair, el gran ladero de Bush, que divide su tiempo entre su rol como mediador (mayormente ausente) del Cuarteto para Medio Oriente (EE.UU., la Unión Europea, Rusia y la ONU) y curiosas actividades de lobby. Toda la prensa británica, sin distinción de calidad o ideología, ha voceado sus contratos con la petrolera surcoreana UI Energy, con fuertes intereses en Irak, y su contrato como asesor de la casa real de Kuwait. Sus críticos, malpensados, dicen que desde que dejó el poder en 2007 ganó u$s 30 millones. No entienden que la experiencia se cotiza.

(Nota publicada en Ámbito Financiero y en el blog del autor). 11/06/2010
PD1: Marcelo F, publicate una fotografía tuya un poco más que generosa que esa de cedula de identidad que colgaste en el blog, dale.

PD2: Atención a la gente del Movimiento Evita, el Golfo Pérsico no tiene nada que ver con este otro Pérsico (cliquear aqui)

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