cordura-racionalidad-grandeza

Hace un mes titulamos "la frontera del absurdo" a esto que sigue

La reforma política en muchos aspectos parece de imposible cumplimiento y su intención por transparentar las ofertas electorales y simplificar la lectura de la elección para los electores se vio complicada por el "sinceramiento" oficial de habilitar colectoras propias y otras nueces que hacen ruido en el arco político. Para algunos parece un puesto de frontera donde se decide arbitrariamente quien pasa y quien se queda.

A algunas fuerzas con 8 mil afiliados en el universo "provincia de Bs As" se le pide 30 mil avales para presentar candidato a gobernador, más de uno queda afuera. Y claro, esto causa malestar y preocupación en los altos mandos.

Más allá del tono jocoso con que abordamos los temas en este blog no podemos obviar las molestias de parte del sistema político argento por una sesgada idea de equidad que debe dar cualquier ordenamiento del mismo, tanto en la ley como en su reglamentación.

Quizás al/a lector/a le parezca que darle bola a estos muchachos es una perdida de tiempo y que sus ofertas electorales son una broma permitida por el pluralismo de toda democracia pero hay que tener a todo el mundo adentro del juego, no hay que hacer que fuguen hacia un discurso que incite la aparición de otros métodos para alcanzar el poder que nos ea el voto popular, por eso nomas es que no adopto la misma postura que aquellos que se muestran indiferentes a la suerte de los partidos "chicos" ahora que los "grandes" van a un "todo vale" que marcará la época.

Ayer los medios nos informan que la corte falló a favor de quienes protestaron y ya  "no habrá que presentar avales en la provincia"  para candidatearse a gobernador y vicegobernador y diputados y senadores provinciales.

O.b

Pd:  La reforma electoral, cual aquel decreto firmado por Aramburu y Rojas (4.161/55) que prohibía nombrar a Perón y Evita, habilita las colectoras pero sin ese molesto nombre, ahora caen los avales. Moraleja: nunca más mandar a hacer un traje a medida dos años antes de la boda, por que da la impresión que no tenemos palabra.