miércoles, 8 de octubre de 2008

“The history begins again”

Entre 1988 y 1989 la revista “Facetas” que distribuía “la” embajada norteamericana trajo en sus páginas un interesante debate de destacados analistas (entre ellos Nye, Huntington y Paul Jhonson), el meollo de lo que se discutía era si el capitalismo (en obvia referencia a U.S.A.) se encontraba transitando por una etapa de crisis o era la decadencia próxima al derrumbe. La misma diferencia que existe entre catarro y metastasis, pero todos compartían la convicción que ambos diagnósticos respondían a una causa común: el descalabro provocado por el despliegue a lo largo y a lo ancho del mapamundi, obligado por su autoasignado papel de “gendarme” de occidente.

Las dos potencias que lideraban los bandos en pugna zigzagueaban tambaleantes al borde del knock-out.

En una de esas la U.R.R.S.S. se desplomó.

Rápidos de reflejos, los think tank yanquis archivaron ese debate y desempolvaron un ensayo que pérdido en algún oscuro rincón de su arsenal teórico reposaba resignado a nunca ver el sol. Apareció, entonces, un folleto amarillo (por su contenido y por el origen de su autor) que se llamó “The end of History”, el libelo les causó más euforia que un coctel de extasis.

A partir de ese momento la maquinaria cultural convirtió al más que modesto ensayo en una especie del leyenda del Rey Arturo del neoliberalismo que, imparable, arrasó con las pocas barreras que encontró a su paso.

Afirmaba Fukuyama que la historia humana, como lucha de ideologías había terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se había impuesto finalmente tras el fin de la guerra fría.

El panfleto era parte de la ofensiva. El capitalismo proclamaba que el motor de la historia se paralizó con la caida del muro de Berlín, por falta de combustible para el alma (el deseo de reconocimiento).

El fracaso del régimen comunista demostraba palmariamente que la única opción era el neoliberalismo, en una muestra de claro sincretismo motivado por sus conveniencias los capitalistas y las sociedades centrales hicieron posible la combinación de un capitalismo salvaje en lo económico y una democracia a la que (para evitar molestas confusiones y no generar falsas expectativas) llamaron de mercado, en lo político.

Las ideologías ya no son necesarias, han sido sustituidas por la economía.

Fukuyama retoma la filosofía de Hegel, ignorando a Marx y avanza quemando etapas. Clava bien hondo el puñal, Estados Unidos queda como la única realización posible del sueño marxista de una sociedad sin clases cuando afirma que: “El fin de la historia significará el fin de las guerras, de las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas”.

20 años después la droga no surte efecto,.

Desatada un crisis financiera en el centro imperial-de dimensiones colosales - produce un efecto dominó que involucra a las principales economías capitalistas del orbe.

Entonces lo inesperado, “la” potencia debe abandonar un principio rector y el estado -su estado- interviene groseramente en la economía. Se derrumba definitivamente el pensamiento único, cae el muro levantado con mitos como el de la autorregulación del mercado que contribuye al progreso humano.

Las practicas intervencionistas en las economias “libres” y el designio no oculto de las comunidades de la periferia de desconcentrar las rentas provoca una crisis a escala planetaria con final incierto, se resiente aún más la autoridad del centro imperial, carece de poder de veto, pierde iniciativa.

Subestimados lideres populistas de la periferia mutan de detestables ejemplos a modelos a imitar. Calla Fukuyama, renace el peronismo, y tantos otros populismos que se creían desparecidos Perón, Goulart, Cardenas, Ibañez

El nuevo principio proclamado para esta etapa es que cada pueblo es artífice de su destino y arquitecto de su propia suerte. La política vuelve a intervenir en la economía.

Deja de ser el tiempo de las corporaciones, del mercado y de un solo y poderoso estado hegemónico gendarme de la rentabilidad empresaria en todo el planeta y vuelve a ser la hora de los pueblos.

Alguien saca del fondo de un mueble heredado del padre obrero, un viejo ejemplar del discurso “La Comunidad Organizada” y lo relee y piensa que dirigirse hacia ella es, otra vez, posible.

No refulge como antes la luz del imperio, benéficas tinieblas proyectan conos de sombras, benditos conos de sombras que ayudan a opacar el brillo de tanto idolo pagano. La santa oscuridad con toda impunidad vela rollos con fotografías de jetones, ricos y famosos que ya nunca más tendrán las primeras planas y los primeros planos.

And, again, the story returns to start…

1 comentario:

OMIX dijo...

El debate está en el blog colectivo Artepolitica http://artepolitica.com/the-history-begins-again/
Gracias