Un millón de fusiles (II)

Ayer, hablando del surgimiento de una nueva nación en la región sudamericana como fruto de un proceso integrador terminábamos diciendo:

Pensar que graciosamente los Estados Unidos nos dejaran que construyamos un gran país, es pensar mal. Nunca un estado hegemónico concedió tal permiso a sus pendejos, permitiéndoles constituirse en una potencia autónoma de su política exterior, más si esta en –tiempo más, tiempo menos- podría desafiarlo. Que tiene en marcha planes para evitar este desenlace se desprenden de la lectura de sus últimas acciones en la región.

Nuestro caso (el sudamericano) no es ni será la excepción, sobre todo considerando que estamos dentro del espacio mínimo que dice necesitar (la superpotencia) para mantenerse aislada y por ello a salvo naturalmente de la amenaza de cualquier invasión.

La decisión de convertirnos en artífices de nuestra propia suerte, asumiendo el costo de dejarnos atraer por la irresistible fuerza de la "unidad de destino en lo universal", esa ley histórica que parece haber sido escrita para estos confines, no es una decisión fácil, trae aparejado un cúmulo de trastornos que habrá que sopesar.

Decisiones importantes que debemos adoptar traen consigo un costado preocupante. La vida es un peligro permanente, asumir el riesgo ante un peligro común es el punto “cero” del decálogo para la Unión Sudamericana. Debemos templarnos en la lucha, manejar nuestras emociones ante el riesgo buscarlo, calcularlo hasta dominarlo utilizándolo en nuestro exclusivo beneficio.

La Unidad Sudamericana es un peligro para los U.S.A. pero durante decadas era un eco lejano, durante casi dos siglos los intentos por consolidarla cayeron en saco roto. Faltaba un reactivo que catalizara el proceso. El catalizador parece haberlo provisto hoy la dirigencia político-económico militar estadounidense. Los magnates petroleros y el Complejo Industrial Militar que gobernaban con los Bush cometieron un error de apreciación al aprobar la puesta en marcha del experimento de amarrar un gigantesco portaaviones en sudámerica (una Corea del Sur, un Vietnam del Sur), con la instalación de 7 bases militares yanquees en Colombia.

La decisión fue un daño colateral calculado, obligado por los movimientos de la estrategia de una potencia global o más simple aún "se les escapó la tortuga. Equivocada por que Sudamérica no es la Europa posterior a la segunda guerra con una Unión Soviética amenazante al este, con una potencialidad destructiva similar a la de EE.UU, ni la Colombia infectada por las FARC y los productores y traficantes de drogas es Alemania como para que imponga la necesidad de instalar bases militares en nuestro hinterland (umland o hinderland). Dificilmente los pueblos vean ese "peligro inminente", sin embargo las 7 bases norteamericanas están más cerca del "Physique du role" de "amenaza" que las valetudinarias FARC.

Personalmente que las FARC (que hace rato perdieron su razón de ser) deje de existir sería una muy buena noticia para mi, se les caería un pretexto. Pero la respuesta “contra las FARC: 7 megafortificaciones yanquis”, es inaceptable y desproporcionada, tanto como querer matar a una mosca con un obús.

Si algo necesitaba la Unión Sudamericana para plasmarse era un enemigo y la inminencia del peligro de una acción que nos haga ser más vasallos de lo que muchos cipayos quisieran.

Imposible dar salto tan alto sin riesgos, sin convulsiones, sin sacrifico. La Unión se hará frente a un “otro”. La Unión Sudamericana necesita enemigos para consolidarse y mantenerse unida.

Si la Unidad latinoamericana de la que hablaba Perón (o la sudaca, o la iberoamericana) no se dio fue por que sus países vivieron tiempos distintos, había una falta de coordinación entre sus pueblos y elites gobernantes, cuando uno quería y podía el otro se negaba.

Las 7 bases de Colombia serán el catalizador político-social de la Unidad Latinoamericana.

Los norteamericanos serán (por culpa de su propio error de apreciación) los enemigos objetivos y sicológicos a la vez. Para ser considerado "hostil" el peligro debe hacerse visible,. Para constituirse una “nación” necesita tener al enemigo enfrente de su propia casa, pero no lamando por el portero eléctrico, sino derribandole la puerta Vivir amenazado por el peligro de la invasión y bajo la presión sicológica de la inminencia del ataque une más de lo que lo haría cualquier otra razón y evapora cualquier división interna.

Sudamerica se debe ver a si misma como amenazada y violada. Luego, para "hacerse "Sudamerica, debe “invadir” a Sudamerica”, debe controlarla., hasta sentirnos seguros en nuestro propio territorio.

En Colombia no hay siete bases para combatir a las FARC, ya lo dije aquí “tratan de combatir un mosquito con 7 obuses”. Hay 7 buensa razones para plasmar el sueño de los libertadores adaptados a nuestro tiempo.

Porqué los norteamericanos cometieron el error de darnos la excusa perfecta ?, fué un error?.

Caida la Unión soviética, los norteamericanos trataron de crear un enemigo nuevo cada semana. Durante la guerra fría las cosas eran más simples y estables. En Europa mantuvieron engañados a buena parte de su dirigencia con el verso del “escudo americano”, que era presentado como un corralito protector para que el bebé no sufra lesiones.

Pasaron décadas haciendo el verso de irse cuando los europeos estén “listos”, mientras hacían todo lo posible para que jamás sean fuertes solos. U.S.A. era el zorro y la Europa de las patrias era no otra cosa que un gallinero. Se la rebuscaron durante décadas para ser indispensables en el continente europeo por que sabían perfectamente que una Europa fuerte e independiente era el fin de su soberanía. Sabían que Europa competiría tarde o temprano, desafiaría, que no se subordinaría, para que esto no sea posible los "americanos" contaban con la inapreciable ayuda de muchos grandes hombres que reclamaban constantemente la renovación de su estadía por que sencillamente no querían que ellos se fueran. Allí funcionó, asi que "copiaron y pegaron" la solución al esquema sudaca y pusieron toda la maquinaria de propaganda para que los pueblos se tragaran el caramelito y los burgueses (y pequebús) cipayos rogaran por más.

Los burgueses cipayos han sido siempre en el fondo unos cobardes, aceptan gustosos la humillación de una invasión, mientras se le asegure el gozo de lo acumulado, sus discursos nacionalistas son patéticos, más cercanos a la literatura que a la praxis.

En la Francia (por citar solo un ejemplo) de la II guerra mundial hubo quienes aceptaron dos humillaciones en un corto lapso de tiempo, primero la alemana que les cuidaba sus cajas fuertes en el frente ruso, decían, y luego la norteamericana que les cuidaba sus cajas fuertes de los mismos enemigos. La misma burguesía que hizo custodiar sus negocios y fortunas por un “escudo alemán” aceptó complaciente el cambio de guardia y se dejó proteger por el “escudo americano” después. Eso si, no se privaron de invocar al nacionalismo de literatura, prefirieron esconderse entre ese romanticismo y unos toques de conveniente pragmátismo y versátilidad a verse a si mismos como los cobardes que fueron.

En latinoamerica hoy esos burgueses cipayos (de derecha y el muy funcional inconformismo centro izquierdista) está más que obsesionados en discusiones que son un freno al proceso de Unidad y muy alejados de debatir acerca del "nucleo básico de aglutinación" de la unión sudámericana.

Hoy los unos apuestan a la militarización de la seguridad pública (y los otros rechazan), propiciada por una demanda de protección frente al incremento del crimen, (que algunos niegan solo para no hacer el caldo gordo a los que reclaman mano dura) que se opone a lo que fue la política de las democracias que se han instalado en la región en el último cuarto de siglo, basada en la tendencia de regreso a los cuarteles. Este reclamo es traducido como "represión ya" por los malintencionados de siempre. El reclamo por más seguridad se entrecruza con la legítima protesta social, que se convierte en el blanco predilecto del cipayaje burgués.

Hay protesta social en toda la región, sus activistas pertenecen a categorías sociales indefensas, la intervención de las fuerzas armadas puede estigmatizarlas (a piqueteros, indígenas, desempleados, etc), resucitar al viejo “enemigo interno” y de esta forma permitir a los militares recobrar una capacidad de presión política que nos remitiría al borde del precipicio dictatorial.

Si al menos las centroderecha y centroizquierda empezaran a encuadrar su debate en el marco común de la necesidad de apurar el trámite de la unidad sudamericana, ayudarían bastante a la solución -que es de largo plazo- del problema de la aparente brecha que existe entre los reclamos por inseguridad y el respeto a los DDHH. ¿No, Luciano?

Continúa mañana