En realidad fueron 13 por que uno cumplida su misión en esta tierra optó por salirse por la tangente y se suicidó. Fue reemplazado.
- 1) Simón, apodado Pedro.
- 2) Andrés, hermano de Pedro.
- 3) Jacob, Jacobo, Santiago el hijo de Zebedeo o Santiago el Mayor.
- 4) Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo (por tanto, hermano de Santiago el Mayor).
- 5) Felipe de Betsaida.
6) Bartolomé, llamado también Natanael de Caná.
- 7) Tomás (llamado Dídimo o Mellizo).
- 8) Mateo, el publicano (por que era de la AFIP romana).
- 9) Santiago el Menor o Santiago el de Alfeo.
- 10) Judas Tadeo.
- 11) Simón el Cananeo, el Celador o Zelote (guerrillero).
y el fatídico número 13
- 13) Matias, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el monte de la sangre, Hechos 1, 12-26
El auto-homicida Judas (el Iscariote) tuvo desde siempre mala prensa, aunque ahora cierto revisionismo le está haciendo un desagravio. Según estos teologos e historiadores el pobre Judas ha cargado durante 2 lucas de años el rótulo de traidor.
Pero no es el único al que se le adosado una etiqueta que, tal vez, no le corresponda.
Hoy, en la Revista Acción Digital, que es la nave insignia medática del IMFC, lei una nota firmada por Santiago Varela que habla sobre las confusiones provocadas por quienes cambian el cartelito indicador de sus ideas, intentando desorientar a los demas que, entonces, se quedan con un brújula sin norte.
Ahí va la nota, disfrutenla
Rótulo
Debo confesar que hay cosas de la realidad nacional que me desconciertan. Digamos, por ejemplo, algunas autocalificaciones. El PRO, sin ir más lejos (en realidad Propuesta Republicana, pero como no es pro, no lo usan), se define como un partido de centro. Ahora bien, si el PRO ideológicamente es de centro, los Boy Scouts deben ser, por lo menos, maoístas.
Algunos analistas prefieren hablar de partidos de «centroderecha» y partidos de «centroizquierda», de lo que se deduce que todos los partidos son de centro. Centroizquierda, centroderecha, centrocentro, centroarriba, centro a la olla… Como «centro» da la sensación de «centrado», deduzco que cualquier asesor publicitario quiere vendernos, en la campaña electoral, que se trata de un partido equilibrado, de centro. Centrotrotskista o centronazi, es igual.
Las confusiones de identidad me persiguen. Pino Solanas, otro ejemplo, dice que es de centroizquierda. Ok. Pero resulta que está enfrentado con los kirchneristas, que también afirman que son de centroizquierda.
–Bueno, pueden tener diferencias metodológicas –me dice Mi Otro Yo, que tiene la mala costumbre de leer lo que escribo.
De acuerdo, pero resulta que a la hora de votar en la Cámara, Pino vota junto con lo más rancio de la derecha vernácula. De lo que se deduce que si él, que se dice de centroizquierda, vota junto con la Michetti, Triacca, Lilita, Bullrich y De Narváez, es porque piensa que todos esos son de centroizquierda.
Contrario sensu, tipos como Rossi, Sabbatella, Macaluse, Heller deben ser todos de centroderecha... y por eso vota contra ellos. Lógica pura.
Lo que decía, me confundo, me pongo nervioso, me rayo.
–Te rayás por cualquier cosa –dice
Mi Otro Yo. Un pesado.
Tal vez hoy la cosa no pase por la etiqueta, sino por observar el comportamiento. A un melón se le puede poner un cartel que diga «Aceituna negra». Pero lo difícil es que el cliente, si sabe algo de melones, se lo crea. Imaginemos que si fuera por el rótulo, todos los curas serían castos y puros.
–No me digas que también dudás de eso –intervino el pelmazo.
Quizás la solución no pase por la etiqueta tradicional. Después de todo «izquierda» y «derecha» fueron un invento de los burgueses liberales de la Revolución Francesa. No digo volver a Unitarios y Federales, porque hoy La Nación de los Mitre, al defender la coparticipación de los impuestos, para que los gobernadores patrones de estancia tengan más guita, se ha convertido en un diario más federal que el Chacho Peñaloza. No, me refiero a categorías más recientes del tipo «independientes o dependientes», «autoabastecidos o endeudados», «latinoamericanos o patio trasero», «Unasur u OEA», «popular o antipopular»… cosas así... pienso…
–¡Loco, vos siempre pensando pelotudeces!
–intervino Mi Otro Yo.
Les digo la verdad: a veces creo que este plomazo tiene razón.
Santiago Varela
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