Omar Bojos analiza que es "sintonía fina"

Desde el oficialismo Arnaldo Bocco, un verdadero peón de brega del equipo económico, difunde una cara del prisma desde el que puede leerse el discurso de ayer. Dice que CFK ha adelantado la agenda económica de los próximos años, que le habló a todos los sectores y que se refirió a aquellos puntos críticos de la economía y la sociedad dando una respuesta a cada uno de ellos.

Para Bocco "SINTONIA FINA" son todos aquellos aspectos en los que hay que entrar en detalles técnicos  (sacado del blog "tirando al medio" cliquear aqui)

Veamos las otras caras del prisma

A este bloguero no le van los eufemismos, pero acepta mansamente que su existencia se debe a que son necesarios, no son pocos los que se llaman a si mismos swingers por que no pueden evitar ser cornudos. Después del genial "corralito" hubo dificultad para meter gato por liebre, pero parece que aún es posible.

Hace unos dias este blog trataba de adivinar cual iba a ser el que se iba a utilizar para describir la nueva etapa economica en la que había entrado la etapa superior del kirchnerismo (el cristinismo), si era  "angostamiento distributivo" como aportó Luciano Chicone, calibramiento" como dijo Fidanza en la politicaonline, y varios que no vale la pena repetir. La presidenta en el discurso de ayer me sorprendió con un "sintonía fina", que trae asociadas las ideas de refinamiento, afinamiento; términos menos crispadores que "ajuste" que recuerda al cinturón que rodea mi panzota cervecera, la comprime e impide que uno siga embuchando todo lo que se le cruza en el camino y, ademas,  retrotrae a la demonizada decada de los '90, aquella, la del "mejor presidente que tuvimos en Argentina después de Perón".

"Sintonía Fina", en el mejor de los casos,  aparece como el descanso de la escalera,  obligado para el cuerpo exhausto, en el que no se baja (reaccionario) por mucho que endilguen, pero tampoco se sube (profundización del modelo) por mucho que se lo declame. 

Este cepillar la economia exige, en primer lugar, que se reconozcan publicamente algunas realidades. 

Por ejemplo la inflación.

Aciertan las plumas de Clarin (bastante Ricardo Roa y menos van der Kooy) al abandonar las placas rojas inaceptablemente "anti" para señalar en tono menos ácido (pero nada dulce) que el gobierno admite elíptica y públicamente la existencia de la inflación como problema a "afinar", angostar" ajustar (perdón, perdón, perdón).

Pero inflación (no galopante como la de ahora) nunca fue problema, lo es en relación al ingreso del asalariado o del "vulnerable", cuando la primera literalmente volatiliza al segundo.Niveles tolerables de inflación son necesarios para el crecimiento de la economía y para la creación de puestos de trabajo (que no son lo mismo ni vienen juntas si no se busca ese efecto).  Es problemático desde el punto de vista social (para un peronista, claro) cuando la inflación esmerila al salario.

Una forma de ayudar a que los números cierren en materia inflacionaria es hacer, entre otras cosas,  que empresarios no jueguen sucio (cosa que está en su ADN) y que trabajadores tengan salarios no por encima (por debajo) de la inflación, o igual a la calculada (que siempre es menor que la real).

Este escriba vive de un sueldo, así que por las dudas dice "minga" a esta posibilidad.

Los gremios están en la disyuntiva, apretados como sardinas y al parecer con cola de paja. Mal horizonte para el trabajador asalariado.

Si fuera malo pensaría que el gremialismo  exigió diez para quedarse con uno (reparto de ganancias para que no le saquen las obras sociales) y, ese caso, podría llegar a conformarse. Tambien cabe preguntarse si lo harán las bases.

En cuanto a ganancias he leido el blog de Mendieta donde se pregunta

Tácticamente puede entenderse el rechazo de Cristina al proyecto de la CGT de la distribución de utilidades empresariales en momentos en que algunos sectores del sindicalismo "pulsean" con el gobierno en diversos campos y ámbitos.

Estratégicamente es discutible, debatible: la CGT ha jugado un rol importante en defensa de este modelo en momentos en que las papas quemaban.

Pero ideológicamente, en mi opinión, resignar el rol del Estado y del Gobierno en esta tradicional, natural e inevitable disputa entre el capital y el trabajo, es -por lo menos- una contradicción y un error.

Y es aquí donde cortamos por ahora, dejando el interrogante: ¿es sintonia fina a la manera que lo explica Arnaldo Bocco o es una bisagra ideológica forzada por la realidad?