la cabeza de Lolo
Me fui a la casa de Lolo ayer por la tarde y juntos intentamos reconstruir una vivencia común de aquel 30 de marzo de 1982, no lo logramos. La memoria engaña a menudo.
Lolito Rodriguez tenía por aquel entonces 15 0 16 años, era flaquito, para esta marcha su padre, un metalúrgico tan santiagueño como bonachón nos llevó en un micro que salía en los alrededores de "La Cantabrica", fuimos todos amontonados, con ganas de tirar la bronca. A esa altura de la dictadura y tal vez por los calores de la edad sin miedo. Nos acordamos que caminamos mucho, no recordamos donde nos dejó el bondi.
Llegamos, manifestamos y que te cuento que en el centro nos empezaron a moler a palos. Al salir la preocupación nuestra era Lolo, pero cuando te están pegando es como que te olvidás un poquito. Corríamos sin saber a donde, tratando de mantener el grupo unido, hasta que zás, la salvación, apareció un pelotón policial comandado por un sargento que vivía en el barrio. El "Pucho" D'Agostino, ronco, gordo y recontra peronista, venía haciendo como que pegaba, nos paró y nos preguntó donde habíamos dejado el bondi, y nos "arrestó" ahí no más, caminamos rodeados por los policias no hacia la seccional, sino en dirección del micro. Pucho no daba más (pronto moriría de cancer de pulmón dejando 5 chiquitos huerfanos) nos dejó en algún punto del trayecto libre ya de la represión, encontramos el colectivo, nos subimos y como pudimos volvimos a Morón cantando la marcha peronista.
Lolito había querido enfrentarse a la policía y venía con la cabeza abierta y el padre, lo recuerdo bien, le secaba la sangre con un pañuelo.
No sirve de mucho, pero vayan estas lineas mal escritas en recuerdo de tantos anónimos que le entregaron sus cabezas a las cachiporras en defensa de ideales que se resisten a perder vigencia.
O.bLlegamos, manifestamos y que te cuento que en el centro nos empezaron a moler a palos. Al salir la preocupación nuestra era Lolo, pero cuando te están pegando es como que te olvidás un poquito. Corríamos sin saber a donde, tratando de mantener el grupo unido, hasta que zás, la salvación, apareció un pelotón policial comandado por un sargento que vivía en el barrio. El "Pucho" D'Agostino, ronco, gordo y recontra peronista, venía haciendo como que pegaba, nos paró y nos preguntó donde habíamos dejado el bondi, y nos "arrestó" ahí no más, caminamos rodeados por los policias no hacia la seccional, sino en dirección del micro. Pucho no daba más (pronto moriría de cancer de pulmón dejando 5 chiquitos huerfanos) nos dejó en algún punto del trayecto libre ya de la represión, encontramos el colectivo, nos subimos y como pudimos volvimos a Morón cantando la marcha peronista.
Lolito había querido enfrentarse a la policía y venía con la cabeza abierta y el padre, lo recuerdo bien, le secaba la sangre con un pañuelo.
No sirve de mucho, pero vayan estas lineas mal escritas en recuerdo de tantos anónimos que le entregaron sus cabezas a las cachiporras en defensa de ideales que se resisten a perder vigencia.
(Fotografía: Pablo Lasansky)
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