martes, 5 de mayo de 2009

Estado/ sectores populares/ingreso universal/ clientelismo/antipolítica

En el Nacional Dorrego de Morón nos daban con un caño, me quemé las pestañas con mucha literatura. "El lazarillo de Tormes" fué uno de esos libros que tuve que leer obligado en la secundaria y es de los que ahora ahora releo voluntariamente y con gusto. En un pasaje cuenta una historia que me quedó grabada, el ciego le mete un feroz jarrazo en la boca al pobre de Lázaro, bajándole los dientes e hiriéndole la cara con profundos cortes, luego (el ciego) le cura las heridas con vino y le dice:

-"¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud".

Por estos días he visto la misma historia recreada una y otra vez.

Este post que transcribo es del amigo Mariano del blog: "elbuensalvaje.blogspot.com" y, si no entendí mal, persigue la finalidad de denunciar cierta forma de concebir políticas que son presentadas como irreprochables calmantes del dolor, mientras observamos que el cuadro se agrava. Pócimas milagrosas que conjugan frio y calor al mismo tiempo.Visiones duales provenientes de lejos, ya la generación de 1880 se declaraba inglesa en lo económico y francesa en lo cultural. Esa misma postura reaparece hoy trasvestida en las preferencias políticas de ciertos sectores que realizan cotidianas declamaciones redistribucionistas (salvo que sean genuinas y concretas) y hasta se permiten disimular su anclaje en las aguas tranquilas del conservadurismo económico siempre y cuando se declaren abiertamente progresistas en lo cultural,

Entrevista imprescindible a Denis Merklen html que hace foco en una cuestión crucial y llena de equívocos: la relación entre sectores populares y Estado en la Argentina de los últimos 25 años. Desde hace mucho tiempo las palabras clientelismo y universalización de las políticas contra la pobreza monopolizan el debate en torno a la presencia del Estado en las zonas que han quedado al margen del crecimiento económico de los sucesivos modelos de país que hemos experimentado las últimas décadas.
La pobreza dura y extensa de los barrios populares se ha constiuido gradualmente en un campo contra el cual se proyectan las imágenes aterrorizadas o falsamente compasivas de ciertas capas sociales para las cuales esas masas de extramuros encarnan los espectros del fracaso social, o más aún, de una inviabilidad irresoluble: desiertos que rodean las zonas exitosas, espacios librados a la mano de Di'os por los cuales no transitar, no mirar, no pensar más que con las categorías prefabricadas del "clientelismo" que todo lo explican. Desde otra perspectiva, en cambio, se da el intento inverso de revalorizar acríticamente muchas prácticas políticas degradadas que tienen lugar en los territorios de la pobreza.
Es, me parece, un juego peligroso que no ayuda en nada a pensar y entender cómo se da realmente la dinámica política en los barrios populares. No contribuye en nada oponer al discurso estigmatizador del "clientelismo" respuestas que festejan gozosamente la supervivencia de liderazgos que han probado su falta de eficacia para resolver la pobreza estructural. ¿Más claro? Oponerse y refutar la visión de que los pobres son seres manipulados que votan lo que les dice un puntero no significa echarse en los brazos de tipos con los que ninguno de nosotros compartiría ni un café. Hay una tensión ahí que es de difícil resolución y qué, como señala Merklen, sólo puede resolverse desde el Estado cambiando la lógica de distribución de los recursos.
El sueño de las clases medias de una política social que se cobre exclusivamente por la ventanilla de un banco, donde la relación ciudadano - Estado esté mediada por una tarjeta magnética, ese sueño de la transparencia, de la abolición de las mediaciones, es también una pesadilla antipolítica. No es extraña entonces, la persistencia del mantra "ingreso universal" esgrimido por Carrió y por otros representantes del liberalismo argentino. Junto al mercado que vincula a los individuos de manera invisible a través de su rol como consumidores y productores, el ingreso universal ascéptico ("que lo cobre desde el hijo de Macri al hijo del cartonero") viene a completar la configuración de una sociedad de individuos desligados de cualquier instancia colectiva.
En el otro extremo, la distribución de recursos en forma de microemprendimientos, de subsidios destinados a un fracaso casi seguro en la intemperie del mercado, de aportes que no hacen más que solidificar condiciones de miseria. La marcha del jueves tenía un simbolismo fuerte: la multitud de la CGT frente al ministerio de Desarrollo Social. Estaban ahí dos maneras de vinculación de los sectores populares con el Estado. Me parece crucial pensar esa relación en un contexto donde el trabajo formal sigue siendo importante pero ya no mayoritario, donde los sindicatos siguen cumpliendo un papel fundamental pero que no incluye a muchos de los pobres que han quedado fuera de esos encuadramientos y que se relacionan con el Estado a través de otras vías. ¿Cómo distribuir bienes y servicios, cómo tener una voz que pueda ser atendida por la dirigencia política en tiempos de fractura social? El kirchnerismo lo intentó apostando a la recuperación del trabajo formal, por un lado, y por otro atendiendo la pobreza extrema con políticas territoriales y focalizadas, de un impacto - como mínimo - modesto. A seis años del 2003, y en vísperas de las elecciones es crucial pensar que se hizo bien y que falló.
Algunos no entienden por que Omix se bate diariamente en una cruzada antiprogre. Es que amigos progres, Omix aplica la ley de la reciprocidad si Uds siguen tirando mierda yo hago lo mismo respecto de Uds. Ahora cuando llegue el dia en el que Uds entiendan que es el momento de parar la bocha y tratarnos como amicis (como lo hace aquí el amigo Mariano) y juntar fuerzas con la defectuosa otredad, ese dia les tiro flores.

elbuensalvaje.blogspot.com

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