lunes, 17 de diciembre de 2012

De palo (los de arafue)

La historia se ha pronunciado, inapelable.

Es tiempo de anécdota. Es tiempo de la fotografía que capta el instante para que los que comercian con palabras las describan y apliquen a ellas los guiones mas lineales.

Estamos ante el fin de un tiempo de seguridades y el comienzo de otro de definiciones.

Primitiva, animal, la cuestión del poder enciende la lucha alli donde la pax añeja acaba de perder vigencia.

Los leones jóvenes se disputan el liderazgo, quien ganará la justa chi lo sa, pero lo cierto es que la reyerta por la sucesión ha iniciado

La metáfora de los leones no es novedosa. A propósito
Los leones en su juventud presumen de sus largas y frondosas cabelleras; basta su presencia para disuadir cualquier ataque. Cada cierto se levanta y mata a un animal arbitrariamente, agrediendo incluso a los suyos; no inspiran respeto sino que miedo. Si estás cerca del león estás seguro pero debes serle cien por ciento leal, aun así puede atacarte caprichosamente: Su carácter voluble e impredecible mantiene vivo el mito de su crueldad.
Sin embargo, cuando el león dominante envejece comienza a ser atacado por leones jóvenes, aquellos que justamente son sus hijos. Es el modo sanguinario en que emergen las nuevas generaciones y se produce la alternancia en el poder en los carnívoros superiores.
El león, para las civilizaciones que lo conocieron, de inmediato capturó su devoción. Desde China a Inglaterra ha sido el símbolo del poder imperial. Ningún otro animal conserva de modo tan eficiente su territorio; ningún otro simboliza a la perfección la metáfora del ajedrez en donde el rey es una pieza hábil, escurridiza, pero torpe en la lucha cotidiana y sin embargo la reina es la cazadora, la proveedora, la articuladora del ejército. El vigoroso macho de más de trescientos kilos ocupa su día en capear el calor de la sabana y la noche para aparearse; no cumple ninguna función económica, o más bien microeconómica, y para un observador apresurado podría asemejar a un zángano. Pero más que un semental, que un copulador funcional al poder femenino, el león es el padrote, el chulo, el cafiche; su sello es el bling bling, la ostentación, la estética, el poder devenido en espectáculo. El aporte del león, la gran diferencia con otros machos estéticamente favorecidos como en algunas aves e insectos, es que cuando debe actuar actúa. Su poder radica en el recuerdo de un asesinato a sangre fría o las cicatrices que exhiben sus contendientes como estigmas de degradación. La estabilidad del sistema se produce en último caso gracias al miedo que infunde su rey; mientras las leonas cazan los cachorros juegan a ser fríos asesinos de peluche y nadie va a molestarlos puesto que se puede enojar el pelucón que aparenta dormir.
Aunque los humanos no seamos leones desde que existe civilización han servido de metáfora para explicar el funcionamiento de éstas. Un poder signado por la arbitrariedad expuesto brillantemente por Maquiavello. Las amenazas para el príncipe son internas o externas pero la mayor a todas es y siempre ha sido la alternancia.

http://www.alterinfos.org/spip.php?article2667

Y como se da entre los miembros de una fraternidad, los de afuera son de palo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Tan temprano y ya copeteando, señor Bojos?

PoliticamenteIncorrecto dijo...

Felicitaciones!!!!
Ganaron en Miranda!!!
Vienen creciendo, uy!uy!uy!uy!uy!uy!

Anónimo dijo...

YA TE DIJE QUE ESTAS COMO PAGNI Y LULU MORALES SOLA... PROYECTAS DESEOS Y LOS CONVERTIS EN REALIDAD VIRTUAL....

pedro dijo...

afuera de tu pretendida fraternidad...hay un pueblo. no te olvides de eso cachorro.