Scioli no garantiza la victoria.

La otra noticia de la semana, para quienes van pensando en la carrera nacional, fue el pase del intendente de Merlo, el vasco Raúl Othacehé, a las filas del Frente Renovador. Es el último y más resonante caso de una práctica que algunos remontan a los años de la renovación, cuando las huestes de Cafiero pasaron sin chistar al menemismo. La operación se ha replicado cada cambio de mando desde entonces: menemistas, duhaldistas o kirchneristas, la mayoría de los dirigentes políticos del peronismo que alcanzan la veteranía lo hacen al costo de padecer, con idéntica convicción, identidades varias y sucesivas.

¿Qué relevancia tiene el caso Merlo? Fuera del ámbito mediático, fuera del plano simbólico, escasa. Othaecehé se encuentra entre los intendentes que pueden afrontar el costo del pase en términos fiscales sin sufrir costos políticos ulteriores. Dicho de otro modo, para él era más costoso mantenerse en el FPV, y posiblemente le hubiese costado la intendencia. De todos modos, en tanto Merlo es uno de los distritos donde el Frente Renovador presentó una alternativa competitiva, Othacehé deberá vencerla en las PASO si quiere continuar al frente del municipio.

¿Son esperables otros pases? Tal vez no de esta visibilidad. Pero ya son muchos los intendentes, no sólo de la provincia de Buenos Aires, que comienzan a medir los costos de quedarse versus los de partir, y son varios quienes empiezan a ver que el resultado es, como mínimo, equilibrado. Una fuga en masa no es un resultado forzoso, ni tampoco probable en el corto plazo, especialmente para los municipios que requieren de la obra pública nacional, pero en la medida en que ésta se muestre escasa y las cuentas electorales del gobierno no repunten, el riesgo se irá incrementando.

Debe reconocerse que apostar por Massa hoy no es precisamente una jugada carente de riesgos, pero no menos riesgoso es apostar a un gobierno sin reelección ni candidato natural. En las últimas horas, en su residencia de La Ñata, Scioli habrá tomado debida nota de las confirmadas aspiraciones de Sergio Urribarri, Aníbal Fernández, Florencio Randazzo y Juan Manuel Urtubey, a las que deberá sumar a Jorge Milton Capitanich. Son demasiados nombres para un mismo cargo, y la mayoría presenta problemas de instalación. En cualquier caso, Scioli tampoco garantiza una victoria, como han probado los comicios de la provincia de Buenos Aires en 2009 y 2013.

Pero seamos claros: si quiere jugar en serio en la definición de su sucesor, Cristina Fernández debería bendecir a uno de ellos para completar la operación de traspaso, y el menos factible de la lista es el gobernador de Buenos Aires. Así las cosas, los próximos dos años prometen ser apasionantes, tanto para los fanáticos de la forma en que la economía moldea a la política, como para sus adversarios.

Ezequiel Meler

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