Desde el kirchnerismo confían con acorralar a todos los aspirantes de origen peronista en una unidad boba que no promete sacar del circulo ruinoso de crecimiento-asfixia (Marcelo Diamand dixit) que dura como ciclo mas o menos una década a la economía y la sociedad.
En plena fase pato rengo todos salen disparados a atarse al carro que consideran ganador entre los que suponen tengan posibilidades y que no lo hagan dejar de ser funcionarios oficialistas por AHORA.
Es bueno leer -contra mi costumbre- a la voz de uno de las partes del negocio del país dividido, el multimedios Clarín.
Van Der Kooy apunta a un Macri arrinconando a Massa con Vidal como ariete y Scioli (el candidato de la corpo) con el bocha Randazzo que, como sabe de la falta de palabra del mimo que se casó con la Rabollini, lo amenaza con disputarle la Presidencial, apalancado en la jugada por varios gobernas que le dan pista para entrar en el acuerdo final. La candidatura de Massita se va a ir devaluando conforme pasen los meses parece ser el mensaje actual, que recuerda a aquel "massita no juega" de 2013. http://www.clarin.com/politica/riesgoso-obligado-equilibrio-Macri_0_1133886618.html
El negocio del país dividido en términos de fuerzas políticas que lo encarnaron aparece ahora unido, mas por el temor de que los que los sucedan no les garanticen impunidad, que por la conveniencia de parar la mano con la confrontación.
Ricardo Kirschbaum es el encargado de relatar el cambio de época, construye un escenario a partir de jugadas desesperadas, engañado, tal vez, por lo superficial, describe a la dirigencia kirchnerista que comenzó a tiznarse de naranja
El viejo chiste: "siempre fui oficialista, los que cambian son los que están en el poder, yo no" aparece remozado hoy en el tímido alineamiento de gobernadores y hasta camporistas como De Pedro y Larroque a la lanchita naranja.Es una tarea difícil para algunos que creyeron aquello de “Cristina eterna” y quemaron las naves, convencidos de que la política se resolvía en la antinomia “amigo-enemigo”. Hay otros, sin embargo, que utilizando la plasticidad del peronismo comienzan a construir otros vínculos, aun con aquellos a los que intentaron destruir. Es que ya se ha aceptado que aquel tiempo irremediablemente se está escurriendo.http://www.clarin.com/opinion/Dolares-fin-ciclo-candidaturas_0_1133886604.html
Todos unidos en Scioli Pte, kirchnerismo, funcionariato del peronismo, antikircchnerismo, pero un Scioli debilitado, porque un Scioli débil, se sabe, se condiciona solo. Bienvienidos de regreso al pais atendido por sus dueños, ahora si, sin culpas.
Los bandos del anacrónico negocio del pais divididos, y esto si lo consigna Van der Kooy, deben estar atentos a la caída de la imagen de la Presidenta, que en el Conurbano registraría un 56% de desaprobación, contra un 36% de respaldo. Una caída equivale a un abrazo de oso que otros sabrán aprovechar es la expresión de deseos de la pluma clarinista. Es que el multimedios había elegido el escenario kirchnerismo- antikirchnerismo solo o en coalición con el UNEN como destino para el hijo del tano Franco y este les hace un desplante con su foto con la Presidenta.
Un análisis mas lucido y despojado de parcialidad enceguecedora aparece ayer en Córdoba, escrito por el amigo Zequi Meler que vuelve sobre el fin del avatar K y el repliegue sobre el territorio conocido que excede los limites del pejota que se congrega el sábado en el mitin de Parque Norte en la CABA.
Lector/ lectora lo invito a leer la nota y que después se despache sobre el texto:
Especulando sobre la base de la próxima normalización nacional, el politólogo Julio Burdman sostiene que de los documentos partidarios publicados se desprende la existencia de “un clima de ideas flotando sobre la necesidad de que el partido se convierta en un espacio de defensa de buena parte de las políticas públicas kirchneristas que el peronismo no quiere abandonar”.http://www.hoydia.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=10711:partido-de-poder-reaseguro-ideologico-o-patrulla-en-retirada&catid=205:politica-nacional1424
¿No quiere, no sabe, o no puede? En rigor, como tratamos en la columna de la semana pasada, nadie se plantea seriamente, al menos hoy, una salida del régimen social y político que propuso el kirchnerismo. Del mismo modo, no parece existir la más mínima disposición a debatir qué se hace con ese régimen si falla, como lo vienen mostrando los datos de producción industrial y actividad económica en estos meses. Hay un mensaje de continuidad que se sobreimprime cada vez más a los discursos políticos independientemente del sello partidario, porque es la continuidad de un ciclo exitoso y todos los agentes del circuito asumen como lógico no romper con ese mensaje.
Y sin embargo –como señala Fabián Bosoer en otra nota reciente, titulada “Conspiracionismo, corporativismo y declinacionismo”- por sobre esa continuidad de políticas públicas sucede un clima de derrota política, una épica en retirada en que conviven mal el “vamos por todo” con el llamado a “defender lo conquistado”, vaya uno a saber por qué sujeto político.
El Gobierno trata, por ahora vanamente, de reapropiarse simbólicamente de sus políticas y atar el futuro de las mismas a su propia continuidad, algo que por lo visto no asusta a mucha gente en la Argentina.
Sobre ese trasfondo de continuidad estructural, las pocas reformas e innovaciones que plantea la dirigencia política parecen salidas de un recetario muy añejo. El retorno del servicio militar, la insistencia en marcos más punitivos para la acción criminal y las propuestas sobre el control del espacio público, sumadas a las medidas que resultan de la normalización (conservadora) de los números del rojo fiscal a partir de la redefinición de los subsidios públicos, sugieren que lo poco que puede discutirse tiene un color preciso.
¿Será cierto, como dice Burdman, que el peronismo se encamina a convertirse en “un partido permeado por la impronta K”? Falta para ello una prueba estratégica, tal y como son las elecciones presidenciales de 2015. Por ahora, me siento más cerca de la propuesta, recogida entre otros por Alfredo Gutiérrez, de ver en el peronismo lo que siempre ha sido, esto es, un partido de poder.
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