martes, 4 de septiembre de 2012

"locuras sagradas"


No pretendo reducir las muertes y desapariciones de los 70 a una lucha generacional. Pero una cosa es cierta: la represión de la dictadura militar de Videla, aun siendo espantosa, tuvo un método; su violencia fue cruel y excesiva pero no indiscriminada, algo que se ve claramente ejemplificado en el hecho de que las guerrilleras embarazadas no eran ejecutadas antes del parto, para entregar después a sus bebés en adopción clandestina.No ocurrió lo mismo en otras experiencias históricas de exterminio. Los nazis, por ejemplo, mataban sin distinciones de este tipo. La acción de los militares argentinos tenía la originalidad de las locuras sagradas. Ellos creían que estaban condenadas las almas de sus “hijos”, pero no las de sus “nietos”. Frente a hechos como estos, me parece insustentable la hipótesis de que todos los militares hayan sido personas intrínsecamente enfermas y malvadas, como supone el sentido común vigente. De ambos lados beligerantes se cometieron crímenes que deben ser juzgados y castigados de acuerdo con la ley, pero sus autores no eran todos necesariamente criminales patológicos, aunque sin duda existió un pequeño grupo con trastornos severos de conducta.

                                     Hector Leis

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Cuando se justifica la muerte del “otro” por motivos políticos se atenta contra la comunidad como un todo. La política conlleva un cierto grado de enemistad, es indudable. Carl Schmitt argumentó bien este punto. ¿Pero cuál es el límite para la aplicación de la lógica amigo-enemigo? El fundamentalismo schmittiano, compartido por los utopismos radicales del siglo XX, torna inviable la gobernabilidad democrática. Si el imperativo bíblico del “no matarás” no detiene a tiempo el accionar de la lógica amigo-enemigo, la dictadura se transforma en la única salida posible y, lo que es peor, en el resultado deseado por el pueblo. No existe ironía más cruel que la justificación política de la muerte del “otro” en nombre de la democracia. Esta supone mucho más que la realización de elecciones periódicas, implica la existencia una asociación política basada en la confianza de los ciudadanos en el cumplimiento de la ley y la palabra. Parafraseando a Hannah Arendt, es posible decir que la democracia exige la capacidad de los miembros de una sociedad para perseguir sus objetivos sin recurrir a la violencia. La genealogía del “matarás” señala exactamente el camino contrario al de la democracia. Cuando la política apunta a introducir divisiones profundas en el cuerpo y el alma de las sociedades, como es el caso de las políticas étnicas, religiosas, clasistas o raciales de tipo fundamentalista, la enemistad y la desconfianza aumentan progresivamente hasta transformarse en odio y resentimiento, los cuales a su vez van generando deseos de venganza y abren las puertas al “matarás”.
http://www.clubsocialista.com.ar/scripts/leer.php?seccion=otras_publicaciones&archivo=20



Héctor Ricardo Leis, nació en Avellaneda, Argentina, en 1943. En los años 60, fue militante comunista y peronista. Esta experiencia lo llevó a participar en la lucha armada. Estuvo un año y medio en la cárcel, fue amnistiado en 1973. Fue combatiente de los Montoneros hasta el final de 1976. En el año siguiente se exilió en Brasil, donde fue reconocido como refugiado político por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados. 



2 comentarios:

Anónimo dijo...

algo habrán hecho..

Anónimo dijo...

este sí que es un QUEBRADO, y jamás fue peronista
si omix lo tiene como gurú para entender los 70, estamo al horno