- Dígame, señor, ¿cuántas camas cree usted que cabrían sólo en esta sala?
- ¡En su comedor monseñor?! –exclamó el director estupefacto.
El obispo recorrió la sala con la mirada y pareció hacer en ella con los ojos mediciones y cálculos.
- Cabrían bien veinte camas – dijo, como si se hablara a sí mismo; luego añadió, elevando la voz-.
Escuche bien Ud. señor director del hospital, lo que voy a decirle. Hay, evidentemente, un error. Ustedes, entre enfermos y quienes los atienden, son veintiséis personas hacinadas en cinco pequeñas habitaciones. Nosotros somos aquí tres y tenemos lugar para sesenta.
Hay un error, le digo.
Hay un error, le digo.
Usted ocupa mi alojamiento y yo ocupo el suyo.
Devuélvame mi casa.
Ésta es la de usted.
Devuélvame mi casa.
Ésta es la de usted.
Al día siguiente los veintiséis miserables se hallaban instalados en el palacio del obispo y el obispo en el hospital.”
Víctor Hugo, Los Miserables, 1862
2 comentarios:
En algunas ocasiones pareciera que faltasen recursos, cuando en realidad hay recursos y la cuestión está en asignarlos correctamente.
Expropiamos.
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