El neo-armendarismo en tránsito al massismo crítico

Mientras Fabian Gianola discute con el esposo de Flor de la V, mientras otros dejan de gobernar para dedicarse a organizar eventos, hay gente que se preocupa por pensar y opinar sobre cuestiones menos interesantes. 

Uno de ellos es Guido, el jefe del neo-armendarismo bonaerense que sorprende a este escriba con una feliz coincidencia inicial para después despegarse otra vez de su acercamiento, así como al descuido, al massismo crítico

Digámoslo sin anestesia: El peronismo no es la opción política de la mayoría. Hace muchísimo tiempo que no lo es. Como mínimo, desde el 83. No lo es, incluso y especialmente, entre los sectores más pauperizados. Donde la mayoría nació muchos después de la muerte de Perón. Y donde el voto mayoritario al peronismo expresa más el hecho de ser la única fuerza que, de un modo u otro, intenta interpelarlos que alguna suerte de identificación esencial.

La identidad política peronista es, lejos, la más numerosa, la más articulada, la que cuenta con más y mejores cuadros en todos los niveles y la única que llega a todos lados. Eso le alcanza para ser, en casi cualquier armado viable, la parte central. Pero no le alcanza (y hace mucho que no le alcanza) para mandarse solita a construir una opción de poder. Es decir, una opción capaz de ganar las elecciones y después hacer algo con eso ("electorabilidad" y "territorio" o, mejor, "electorabilidad" y "gobernabilidad").

Apoltronarse en una crítica sobre donde y con quien massita está intentando extender alianzas para construir un esquema viable de gobernabilidad (la "electorabilidad", se supone, sería suya, veremos) tiene algo de pereza mental. Se parece demasiado al francamente aburrido escozor ante la progresía. Los comentaristas pueden darse el lujo de ser puristas, los políticos tienen que ganar elecciones, gobernar, y darle un contenido creíblemente amplio al bolazo con que sustentan ideológicamente su paso por el gobierno de los ahorros y las esperanzas de 40 millones de tipos. Por eso la ortodoxia es cosa de viejos, retirados y desplazados. 

Solos no llegamos a ningún lado, la cuestión es como se configura el armado, quien es quien ahí, y como se reparten los premios y quien, cómo y hacia donde marca el rumbo a donde se va. Los bondis tendrán asientos de plástico con 40 grados pero son los únicos que te llevan. 

Manolo te chicanea porque (como el) posteaste años desde la incomodidad de formar parte de una coalición con socios hinchahuevos. Ahora te toca bancar una igual de forzada. Que va´cer otra no hay.

Para completar la idea del comentario de Guido hay que leer un muy didáctico y claro Manolo Barge: http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2014/01/supremacia-peronista-no-es-el-pri-sino.html

De alguna manera los dos (Barge y Guido), desde distintos ángulos,  responden al planteo de Luciano Chiconi sobre territorialidad,  PRIización, neopolitica, electorabilidad + su simpático "bonustrackeo" que no serían mas que la respuesta carismática a la crisis de representación despues del agotamiento de la Kirchner experience. Subyace en el planteo del avenegra lomense Chiconi la pregunta ¿a quien representará el peronismo a esta altura del siglo XXI? y el titulo del posteo da la respuesta de quien definirá la puja (el único heredero de Perón)

http://desiertodeideas.blogspot.com.ar/2014/01/peronista-es-el-que-gana.html

De todas maneras -y con esto finalizo porque va larga la cosa- me parece que los tres han sido atrapados por la mentira estadística, esa que de un plumazo bajó la vara y convirtió pobres en gente de buen pasar económico pasibles hasta de descontarle el impuesto a las ganancias por lo que no era mas que un modesto salario, por eso parece distinto aquello que no lo es.

Discuten Guido, Manolo y Luciano en clave clasista, como si los sectores medios bajos (el objeto del deseo chiconista) y los sectores de menores ingresos ("pueblo peronista" para Manolo, el hijo del gallego anarquista) estuvieran muy lejos y realmente están ahí. Se superponen, conviven, no compiten, y hasta se dan una mano en el duro arte de sobrevivir con poco y no me queda claro que tengan conciencia de clase.

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