¿Vandor o Perón?

El metalúrgico quilmeño Barba Gutierrez es uno de los dos sindicalistas vandoristas que administran municipios conurbanos, el otro es Hugo Curto en Tres de Febrero.

Fieles a la eternización sindical Curto viene batiendo records de permanencia en su municipio y el Barba logró quebrar la saludable tendencia quilmeña a la alternancia  que hizo del recambio del alcalde todo un culto hasta la llegada de un sindicalista vandorista.

El Barba acaba de municipalizar la recolección de basura, sacándosela a la empresa Covelia la que está sospechada de ser una mascarada para la recaudación del sindicalismo moyanista.

El honestismo tuerto, ese que se suma a todas las gestas que se emprendan con el objeto de encontrar paja en ojo ajeno, condena la mezcla de negocios privados con gremialismo, olvida condenar la mezcla de política con negocios, se ha movido bastante estos dias. El honestismo es hijo de visiones que nunca vieron con simpatía al peronismo y fuertemente ancladas en cualquiera de los dos bandos de la guerra fría que se unían sin vergüenza cuando se trataba de luchar contra lo que presentaban como corporativismo, corruptela, sinrazón y violencia.

Raimundo Gleyzer deforma en "los Traidores" algunas de las practicas recaudatorias gremiales de los sesenta. Su sindicalista burocrático Barrera  es una caricatura del Lobo que físicamente se parecía a José Rucci. Desde siempre para cierta "zurda loca" el sindicalismo peronista fue una valla insalvable a sus fantasías revolucionarias y siempre fue, porque no decirlo, un blanco legítimo cuando la violencia desborda. A mi no me cabe duda, a los dos los mataron, a ciencia cierta nadie sabe quien. Me queda claro que los limpió alguna organización que quiso tirar cadáveres por ahí para  que todos se culpasen entre si,   embarrando la cancha lo mas que se pudiera y separar lo que empezaba a marchar por la misma senda.

En este blog no vamos a dar ejemplos para dejar claro que para  la derecha Vandor nunca fue santo de su devoción y montó también leyendas propias sobre su figura.

Vandor pertenece a la élite sindical postrera a la experiencia peronista en el poder. Como muchos de sus contemporáneos lo conmueve la tensión entre las exigencias de la Resistencia Peronista, por un lado y, por el otro, la necesidad de legitimarse permanentemente sacando de la galera "realidades efectivas" para sus representados sin las cuales a la corta o a la larga toda lucha pierde adhesiones masivas en el campo sindical.

Vandor se anima a discutir abiertamente con Perón sobre el dilema de la ubicación espacial del mando estratégico. El viejo zorro en el exilio sobreentiende que no se cuestiona en teoría la situación de la conducción sino que la discusión resiente -en forma involuntaria o deliberada- su propia autoridad.

“en conducción, soy un profesional. He dedicado toda mi vida al estudio de la conducción, y no es previsible que falle en el manejo de sus resortes. Hay un principio, o una regla de conducción, que dice que el mando estratégico no debe estar jamás en el campo táctico de las operaciones, porque allí se siente influido por los acontecimientos inmediatos, toma parte de ellos, y abandona el conjunto”. JDP

Perón tenía razón, pero en el mismo grado le asistía a Vandor cuyo accionar se mostraba influenciado por los "acontecimientos inmediatos". En rigor de verdad, Perón resolvía el dilema según la locación en donde estuviere el, si en el campo de batalla argentino o allende sus fronteras.

La batalla abierta Perón-Vandor  debería ser estudiada sin tantos posicionamientos previos y quizás el juicio sobre Vandor no lo clave como hasta hoy en el paradigma del "traidor a su clase y bandería" del que tanto provecho han sacado los elementos funcionales al capital concentrado al momento de fundamentar su diatriba sobre el trabajo formal y su representación concreta en la Argentina.

La "organización vence al tiempo" predicaba el Primer Trabajador  y a Vandor se le hizo carne. Pero las organizaciones no viven del "contigo pan y cebolla", hay que financiarlas y Vandor encontró la forma.

Como muchos de su tiempo, el Lobo, entendió que el sindicalismo es un prurito de toda sociedad capitalista y que las formas de accionar gremial cambian de acuerdo cambia la sociedad. Pero como pocos peronistas entendió que ya no era  posible sostener la lucha de los obreros sindicalizados solo con promesas a futuro y épica, había que hacerse de medios para jugar en igualdad de condiciones con el capital y los fue a buscar.

La correlación de fuerzas podía no ser ser abrumadora a favor del anti-peronismo. Al peronismo le asistía la razón histórica, contaba con una base irreductible en la base obrera en la medida que no apareció en el horizonte ninguno que se haya puesto del lado del laburante  como ocurrió entre 1943-1955, pero la escasez de medios amenazaba con boicotear la causa. Vandor ofrecía al peronismo sesentista su doble efectividad, la que acabo de mencionar puramente instrumental sumada a la metodológica del "golpear y negociar". 

Por estas razones se destacó entre muchos sindicalistas de su generación, y por asomar la cabeza del rasero se convirtió en símbolo.

Por ruta 3, en La Matanza de Espinoza y Gdansky,  leo una pintada en aerosol: "Moyano es Vandor" y me retuerzo. Siempre los peronistas tenemos que aguantar que nuestros hombres y mujeres sean vilipendiados. Pintada para una mayoría de lectores que al final pensarán que los dos términos de la formula son el demonio en persona.

Obvio que se trata de una leyenda negra levantada del olvido por un kirchnerismo sin argumentos, que prefiere obviar el hecho de que el Jefe de la CGT "leal", el metalúrgico Caló, es un vandorista confeso y olvidar selectivamente que a Moyano lo tuvieron de socio hasta hace una milésima de segundo. Por último todos recaen en el mito original  del relato de los "de Pié junto a Perón"  (en el cual me he formado) de la infalibilidad de la conducción y que cualquier disidencia parcial equivale a traicionar.

Estos días asistimos a una embestida que desempolva el recuerdo de todo esto que digo mas arriba.

Via twitter Roberto Suriani   lanzaba: "Los Moyano son burócratas o mafiosos para el progrerío. Asumanlo chicos: el sindicalismo no les cuaja porque son gorilas". Algunos no son tan progres pero se suman a la candidez de separar sindicatos de política y obviamente de negocios.

Se atacó al sindicalismo, que titubeaba, con la resolución 601 que lastima el costado cuestionable de las Obras Sociales y por el otro se pusieron en marcha embestidas directas a Moyano. Cuando se le retiró la espada de Damocles que pendía sobre las Obras Sociales un metalúrgico orgánico continuó con el ataque a Moyano, no hay mucho que pensar, el Barba Gutierrez es el puñal que se intenta acercar a la piel del camionero para hacerle entender que no se trata de una intriga entre carmelitas descalzas.

Si es una interna, si es recomposicón de la relación gobierno-sindicalismo, si es ajuste de cuenta, no me importa, todo esto, para mi, es un problema secundario. Me interesa otra cosa, el salario de los trabajadores de Covelia Quilmes en el marco de un Plan General de Ajuste que es aplaudido por el arco político peronista o al menos sobre el que se guarda silencio cómplice. Sobre las demas fuerzas no opino, puñalada en barriga ajena no duele, al menos no a mi.

Otro punto por el que me preocupé estos días y que saltó a partir del incidente Covelia Quilmes  fue la infeliz frase que a raíz de preguntas direccionadas a conseguir determinadas respuestas que  lanzó Pablo Moyano:

"si tiene que haber un muerto, va a haber un muerto, dos, tres muertos, porque la gente está dispuesta a defender su puesto de trabajo y su dignidad".

Si pablito no fuese el troglodita que es hubiese contestado que la violencia de los de abajo es siempre respuesta a la violencia de los de arriba, sean esos "de arriba" corporaciones privadas u organismos estatales. La imposibilidad de verbalizar termina en situaciones de tensión. Es un clásico de la dirigencia sindical cuando es genuina representante de sus bases. Pablo es justamente el troglodita que los trogloditas necesitan para que los ilustrados no los caguen, les impongan ordenes naturales por los que ellos jamas van a ganar tanto o mas que un profesional corporativo.

El pacifismo tuerto, ese que se suma a todas las gestas que se emprendan con el objeto de encontrar paja en ojo ajeno, condena  la violencia moyanista. Es curioso el silencio que se guarda en cuanto a la continuidad laboral de los 400 trabajadores camioneros que están involucrados, sobre el respeto de su convenio salarial, vacaciones y demás beneficios que tiene  cada labuurante. De pensar solo en el salario y a pura corazonada creo que la amenaza es la de bajar a un tercio el salario de 400 familias, si lo leemos en el contexto general de inflación, devaluación, suspensiones y despidos, podemos pensar sin ser muy suspicaces que se trata de la punta de una lanza que puede perforar el tejido social sobre las capas mas vulnerables.

Comida para los primeros diez días del mes, un tercio de la ropa que podía comprarse, un tercio del recorrido de transporte del grupo familiar, lo demás a pata. Una tercera parte de las vacaciones o la despedida de estas para cubrir servicios, etc

Sobre esta violencia pocos hablan.

Eso si dejarán de pagar Ganancia y podremos engrosar la lista de beneficiados, hasta contarlos como un logro postrero del modelo.

Preocupación, pueden ahora los cabezas de termo putearme.