lunes, 11 de agosto de 2014

Preguntas incomodas

El amigo innombrable me decía ayer que el caso Holdouts es como un partido de frontón donde hay dos vascos pegandole a una pelota. La redonda es la Argentina, es decir que no seremos los protagonistas de esta historia de enredos por mucho que nos desgañitemos en gritarlo, apenitas si somos el instrumento.
La Guerra de Malvinas se produjo en medio de un fuerte recalentamiento de la Guerra Fría; implicó un gran desafío para la segunda potencia militar de Occidente y se gestó por iniciativa de un Estado del Sur y contra una potencia del Norte. Una eventual victoria de la Argentina hubiese tenido reverberaciones estratégicas impredecibles que trascendían las relaciones entre Buenos Aires y Londres. Aunque se trata de una afirmación contrafáctica, los análisis públicos, oficiales e independientes que hoy conocemos muestran que resultaba inadmisible para los países centrales el triunfo militar argentino. Así, Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa Occidental, tanto en el marco de la OTAN como en la ONU, tuvieron un comportamiento monolítico frente a la Argentina: apoyos recíprocos y sanciones compartidas. Una vez que las FF.AA. del país decidieron persistir en la ocupación de Malvinas ya no hubo retorno: la Argentina debía ser disciplinada militarmente.
Entre 1981, cuando los militares argentinos se hicieron más visibles en América Central debido a sus operaciones contra-insurgentes encubiertas, y 1982, con Malvinas, la Argentina pasó de estar alineada con Estados Unidos y ser un cruzado cristiano y anticomunista a convertirse en un paria que osó desafiar a Occidente. A veces y frente a determinadas crisis, la política mundial es tan vertiginosa, inesperada y cruel que algunos de sus protagonistas no alcanzan a ponderar el alcance de sus acciones.
El tema de los holdouts se produce en un contexto distinto. La gran recesión de Occidente no ha sido aún superada; en algunos tableros mundiales avanza un multipolarismo complejo; el Sur parece incrementar su voz y peso en los tópicos globales y la influencia de la sociedad civil internacional y de distintos actores no estatales es mayor que en el pasado. El caso de los fondos buitre representa un delicado y contradictorio conjunto de principios, posiciones y pugnas. Cuestiones como la soberanía, el derecho, la equidad, las finanzas, la geopolítica y asuntos como el poder de los Estados, la gravitación de fuerzas transnacionales y el papel de las instituciones atraviesan el tema. A diferencia de 1982, la Argentina no parece estar tan sola. Sin embargo, los respaldos que ha recibido el país no deberían llevar a confusión: la postura argentina frente a los buitres constituye un hecho infrecuente que tendrá consecuencias globales importantes.
La disputa sobre la regulación o no del capital financiero es un fenómeno decisivo de la política mundial que refleja una tensión creciente entre asentir o impugnar un orden cada vez más injusto e inequitativo. La Argentina, sin proponérselo, terminó ubicada en esa intersección conflictiva de distintas fracciones del capital que escasamente se ven condicionados por los dichos de Barack Obama, Angela Merkel o Xi Jinping.
Juan G. Tokatlian en La Nacion
Leer completo en: http://www.lanacion.com.ar/1717506-el-pais-esta-vez-no-esta-tan-solo
El asunto no pasa por saber si nuestro ombligo es o no el centro del universo (que no lo es, por supuesto) sino si el kirchnerismo perdió el sentido que quiso imprimirle a su obra. La cuestión es si hacer de la pelotita de frontón un paladín de la lucha contra el sistema financiero le cambia en algo la vida a los argentinos y entre ellos los mas humildes. Si no le cambia nada carece de sentido político (toda vez que la la política es -dentro de lo posible- poder de transformación) y justificación histórica, mas allá que con ello el gobierno recupere algún apoyo aunque nuca la credibilidad, le asegure algún diputado mas en el pase de la red de pescar electoral del año que viene o le sirva para devolver a un descuidista su sillón vicepresidencial y mantenerlo silenciado que es la extorsión de la que no se quiere hablar.

El tiempo del kirchnerismo transformador quedó atrás, lo que vemos en su reflejo es un naufrago en salvavidas que intenta mantenerse a flote.

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