Pertenezco a una generación que se quedó esperando la revolución productiva primero y la redistribución del ingreso después, pero que no perdió la fe.
La actriz Carola Reyna daba en la tecla en el programa de Leo Montero y Verónica Lozano: "la desigualdad ha llegado a un punto que ya no hace feliz a nadie". Los mismos beneficiarios de la alta concentración en el actual estado se sienten inseguros y ya no disfrutan de mostrar lo bien habido.
En Argentina el decil de mayor poder adquisitivo acumula ingresos 20 veces mayores que diez pisos mas abajo. Volvimos a 1993.
Comparandonos livianamente con Chile y Brasil mas de uno puede alegrarse porque en esos dos vecinos la brecha es mas larga y ancha. Eso si no tenemos en cuenta que en esos países, a pesar de todo, la desigualdad se redujo sostenidamente si tanta alharaca.
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