... se debate todo en una dimensión “cultural” que tiene su dicotomía de fondo
(Clarín o Gobierno) pero que subordina cualquier tema de agenda a esa lógica
nuclear (sobre todo en los últimos años). Todo tema está en igualdad de
condiciones ante a la ley (de medios). No hay otras prioridades. Cada cosa dice
lo que puede en su timbre gris porque el volumen principal lo tiene esta lucha
de poder. Todo finalmente puede ser “funcional a”. (Tras la tragedia de Once
surgió un colectivo de familiares y sobrevivientes que persigue de cerca -en el
seguimiento de la causa por la tragedia- las políticas públicas de transporte;
pero recuperemos una imagen de aquellos días: en la primera carta los familiares
empiezan mencionando ¡la cobertura mediática del accidente!). Por debajo, la
política más firme del gobierno encarna la obsesión de “sostener la actividad”,
mantener el consumo popular, algo que tiene estos costos de amortización de los
recursos humanos y materiales, expresados del peor modo posible -por ejemplo- en
la oración “murieron arriba del tren muchos que ahora tienen adónde ir a
trabajar”.
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