El trípode histórico que le daba basa a la mística del peronismo resistente estaba constituido por una épica deliberadamente lineal: San Martin, Rosas, Perón.
De los tres, solo Perón supo crear las condiciones para la vuelta a su país en condiciones de mando.
Para ese "retorno" Perón prefirió narrar un guión de "pueblo" y no de figura, atento a que en la revisión de su aporte había concluido que el personalismo en que se forjó su mito antes y durante sus primeros gobiernos fue un grave e imperdonable error en el que había incurrido y que se aproximaba el fin de su existencia física.
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